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Insensateces

El dilema

«Votemos» habla también de los prejuicios, de los miedos, de la soledad, del egoísmo, de la invisibilidad, y hasta de lo que vale alquilar una casa

Se ha estrenado este fin de semana en cines «Votemos», una película de Santiago Requejo que habla sobre la salud mental. La trama parte de una reunión de vecinos donde se debe elegir entre cambiar el ascensor o dejar el que está en el edificio desde hace demasiados años. Sin embargo, esa junta se va complicando cuando uno de los propietarios da a conocer la noticia que desatará toda la trama: le va a alquilar el piso a un compañero de trabajo que padece un trastorno mental. Y esa es la pregunta que se dirige al espectador. Qué haríamos cada uno de nosotros ante un hecho así. Ese es el asunto central pero no el único, porque «Votemos» habla también de los prejuicios, de los miedos, de la soledad, del egoísmo, de la invisibilidad, y hasta de lo que vale alquilar una casa. Y todo eso lo hace Requejo bajo el paraguas del humor, de la caricatura, pero también de la ternura. Los personajes, estereotipados intencionadamente, corresponden a las distintas respuestas que se pueden dar a las preguntas, a los interrogantes que nos plantea la película, y están magníficamente interpretados por un elenco con garantías. Especialmente brillantes las de Raúl Fernández de Pablo y Charo Reina, junto a Clara Lago, Tito Valverde, Gonzalo de Castro, Christian Checa, Neus Sanz y el sorprendente Pepe Carrasco.

Santi Requejo tiene un don para revestir los asuntos sociales con un traje elástico, amable, entretenido. Sólo así, a través de la comedia, emerge la capacidad de abordar y de reflexionar sin traumas los fallos de la sociedad en la que vivimos. Porque tampoco hace falta que nos hagan sentir una mierda todo el rato.

Mención aparte merecen el set de rodaje donde se ha desarrollado la película y el trabajo de Kiko de la Rica, director de fotografía, y de Lucas Sánchez, encargado del montaje. La estética de la película, la iluminación, el ambiente de la escena, añade a la casa donde se desarrollan los hechos a la lista de personajes, porque tiene entidad propia, como un interviniente continuo sin diálogo pero con guion.

Y si me aceptan un consejo, vayan a verla al cine. Todo ese ritmo interpretativo coral, toda esa minuciosidad en los detalles, todos esos encuadres precisos, merecen pantalla grande.