Amnistía fiscal

Un personaje nada fiable

El homenaje a Miguel Ángel Blanco, de cuyo asesinato se cumplieron ayer 16 años, ha servido en esta ocasión de lenitivo para un Partido Popular que se siente dañado y acosado por el escándalo de quien durante dos décadas fue su contable. La frase de uno de sus dirigentes, González Pons, resume a la perfección el estado de ánimo de una militancia indignada e incrédula: «El PP no es Bárcenas, es Miguel Ángel Blanco». En efecto, en los cientos de miles de militantes y simpatizantes se abre paso la certeza de que el ex tesorero traicionó la confianza del partido, de que se aprovechó de su puesto privilegiado para enriquecerse ilícitamente y de que pretende arrastrar en su indignidad al propio presidente Mariano Rajoy mediante el chantaje y la mentira. La sinceridad y la honradez no son, desde luego, dos virtudes que adornen al encarcelado Bárcenas. Un rápido recorrido por sus propias declaraciones, tanto judiciales como periodísticas, demuestra su facilidad para decir una cosa y la contraria, para afirmar lo antes negado y para refutar en público lo que afirma en privado. Así, Bárcenas ha rechazado hasta en tres ocasiones que las fotocopias de una supuesta contabilidad paralela se deban a su mano ni sean auténticas. Otras tantas veces, ante la Fiscalía, en una televisión y en un comunicado personal, ha desmentido que existiera una «contabilidad B» en el PP, que se pagaran sobresueldos opacos, que el partido recibiera donaciones o aportaciones que incumplieran la normativa vigente, que sus relaciones con Francisco Correa tuvieran intereses ilícitos y, en fin, que los manuscritos publicados son «una chapuza que no hay quien se la crea». Cualquier parecido de estas afirmaciones con la versión que, según parece, ofreció al periódico «El mundo» la pasada semana es pura casualidad. En cuanto a sus finanzas personales, Bárcenas empezó negando que tuviera cuentas no declaradas en el extranjero ni que hubiera cometido ningún delito fiscal, para terminar admitiendo todo lo contrario. Finalmente, está acreditado que el ex contable mintió al Senado en su declaración oficial de bienes y actividades. ¿Un personaje de esta catadura puede condicionar la labor de gobierno del presidente de la nación? Es evidente que no, por más que la oposición socialista lo esté utilizando para tapar su caos interno y sus luchas intestinas. La mayoría de los ciudadanos entiende, como refleja la encuesta que hoy publicamos, que la responsabilidad primera del Gobierno es trabajar duro para sacar al país de la crisis, crear empleo y culminar un proceso de reformas que consolide la credibilidad internacional de España. El «caso Bárcenas» ya tiene su propio ámbito de investigación y tratamiento, que es el judicial. Al juez instructor le corresponde llegar con rapidez hasta el fondo del asunto; y al Gobierno, gobernar.