
Y volvieron cantando
¿Estábamos preparados para esto?
La situación, justo en este aniversario constitucional no da precisamente para la autocomplacencia de resortes engrasados que garantizan el Estado de derecho
El 47 aniversario de nuestra Carta Magna que hoy celebramos la inmensa mayoría de españoles por mucho que en el ámbito institucional vuelvan a destacar sonoras ausencias, no llega como una efemérides de número redondo, de esas que invitan a profundos análisis en forma de balance, razón por la que nuestra clase política tal vez no dedique hoy sus mejores galas, sin embargo, a diferencia de otras muchas efemérides, llama especialmente la atención el estado en el que se encuentra el país llegada esta celebración constitucional, una situación probablemente inédita en décadas de democracia, no por la fortaleza de lo que entendemos como Estado derecho –el que forjaron nuestros padres y abuelos tras la muerte del dictador– sino por el inquietante riesgo que suponen algunas amenazas que traen, cada vez con más insistencia, a colación la pregunta de si nuestra democracia estaba preparada desde su diseño inicial con la Constitución en la mano para afrontar realidades como la llegada de un perfil político llamado Pedro Sánchez. Durante décadas, especialmente una vez superados los momentos más difíciles de la Transición, hemos escuchado el mantra de la fortaleza en los filamentos del Estado de derecho y la infalibilidad de sus resortes para afrontar cualquier situación que pudiera poner en cuestión algo más que la mera estabilidad política. Se lo hemos escuchado a dirigentes de los dos grandes partidos tradicionales, a expresidentes del Gobierno y a representantes del mundo de la empresa, la diplomacia o la cultura, pero la pregunta de marras no acaba de tener respuesta. España lleva años sufriendo un patente deterioro en el ámbito institucional, se añade una bajada en la calidad de nuestros estándares democráticos y a todo ello se viene a sumar algo también inédito, como es un Gobierno en minoría sin apoyos parlamentarios, bloqueado y sin opciones de gestionar el país, pero decidido a toda costa a mantenerse enrocado –escándalos tal vez también inéditos de corrupción al margen– y a aguantar a toda costa a la sombra del poder con un horizonte en el que ni hay previsión de elecciones, ni se las espera. La situación, justo en este aniversario constitucional no da precisamente para la autocomplacencia de resortes engrasados que garantizan el Estado de derecho, la aluminosis es más que patente y tal vez por ello sea más pertinente la pregunta: ¿estaba nuestra democracia preparada para esto?
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