El trípode
Exigiendo a gritos cambiar un titular
Su objetivo es silenciar a la prensa no afín a sus opiniones, mediante la violencia institucional de premiar a sus sumisos siervos de la gleba mediática utilizando la publicidad institucional a su conveniencia
El Plan anti bulos (o mentiras) que Sánchez había anunciado tras su retiro de 5 días en abril para meditar si dimitía de la presidencia del Gobierno tras haber conocido –él, pero no la opinión pública– la investigación judicial por presunta corrupción de su esposa, se ha materializado ya en el Consejo de Ministros de anteayer martes. En el Congreso, ayer en la primera y única Sesión de Control a la que tiene previsto asistir hasta el próximo 9 de octubre, se limitó a reiterar lo que dicta el guion oficial de su legión de asesores, confirmando sus propósitos y su voluntad de «gobernar» al margen del poder legislativo.
Eso sí, no se recató de propagar mentiras –sus «cambios de opinión»– al afirmar, por ejemplo, que en la presente legislatura lleva aprobados 12 proyectos de ley, siendo solamente dos las leyes aprobadas y eso acompañado de 35 derrotas parlamentarias en diversas votaciones. Lo que motivó que incluso su aliado Gabriel Rufián de ERC, le advirtiera del peligro de desestabilización por una mayoría «ultraderechista del PP, Vox y Junts».
Por eso desea controlar a los medios no afines a su política y a los que encubre de insidiosas acusaciones de ser propagadores de «bulos» y falsedades, siendo oportuno y necesario referir un incidente vinculado con su persona y lo que entiende como libertad de prensa. Las circunstancias que rodean al suceso lo hacen especialmente relevante a estos efectos, por tratarse de un medio como El País –no susceptible de ser tachado de ultraderechista– y del testigo que lo afirmó, anteanoche en un programa de la cadena 13 Tv y en directo. David Alandete, que era director adjunto del referido medio, recibió una llamada del entonces secretario general del PSOE Pedro Sánchez, «exigiéndole a gritos» que cambiara el titular de un editorial del diario al considerar que «no ayudaba a la causa». Al negarse a hacerlo, le amenazó con informar a sus jefes para resolverlo, lo que tras ello, creó problemas en el periódico que se precipitaron cuando poco después asumió la presidencia del Gobierno a través de la moción de censura. La consecuencia fue su cese y el del director Antonio Caño inmediatamente, acompañados de 15 directivos del medio. Es un ejemplo que refleja en qué manos se encuentra el Gobierno de España. Su objetivo es silenciar a la prensa no afín a sus opiniones, mediante la violencia institucional de premiar a sus sumisos siervos de la gleba mediática utilizando la publicidad institucional a su conveniencia, y con las instancias jurídicas del Estado –fiscalía y abogacía– trabajando a su servicio con ese fin. Ciertamente, actuaciones propias de su «progresista» colega Maduro.
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