«De Bellum luce»
No hay quien mueva a la marmota
Vienen meses difíciles, en todo caso, para el presidente. Nada puede ir a mejor. Es un proceso de desgaste acumulado, pero en el que Sánchez cuenta a su alrededor con un ejército de fieles a los que ha domesticado administrando bien las raciones con las que los alimenta.
En los próximos días veremos si tienen razón los que pintan a Carles Puigdemont como un ratón o los que le ven un león, con las fauces abiertas y dispuesto a cobrarse venganza. Pero, sea una cosa o la otra, lo que no se ve en el horizonte es nada que mueva a la marmota que nos maneja el destino.
Cuando a finales de agosto comience el nuevo curso político, seguirá siendo una realidad que no es cierto que, como dijo Pedro Sánchez en la noche electoral, ellos sean más. Pero también lo será que tampoco hay una mayoría alternativa capaz de ofrecer una Legislatura productiva para el interés general y con fuerza para hacer reformas. No hay más salida que volver a tirar las cartas y ver si se reparten de otra manera distinta. La situación me recuerda aquello que decía Foucault, el poder no es algo que posee la clase dominante porque el poder no se posee, se ejerce. Pero aquí se posee, aunque no se pueda ejercer en el sentido que se espera de un Gobierno sostenido en la legitimidad que le da el Parlamento.
Y mientras, el tiempo continúa pasando y los amigos del presidente avanzan en su proceso de ocupación de las instituciones y de otras plataformas estratégicas. Desde este entorno del presidente presumen justo de aquello que menos tienen, de sus resultados. Salvo que por resultados se entienda la capacidad de resistir en beneficio del interés particular.
La marmota está para quedarse, aunque cada vez se hable más de censuras o de Legislatura en vía muerta. Da igual porque si algo hay que reconocerle a los gurús de Palacio es que han sabido colocar bien las piezas para tener una defensas fuertes, más allá de que fuera de los muros de Palacio lo que quede es tierra estéril.
Cuando terminen las vacaciones todo seguirá más o menos igual. No dan los números para una moción de censura. Ni tampoco para que Pedro Sánchez se lance a convocar unas elecciones generales. Y los socios, que despotrican del presidente, bajarán la cabeza porque todo les vale bajo el mantra de que, si llega la derecha, dejarán de tener el control de la llave de la caja de todos.
Vienen meses difíciles, en todo caso, para el presidente. Nada puede ir a mejor. Es un proceso de desgaste acumulado, pero en el que Sánchez cuenta a su alrededor con un ejército de fieles a los que ha domesticado administrando bien las raciones con las que los alimenta. Y así, no hay quien se mueva para decir que el emperador está desnudo.
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