El buen salvaje

Los hilillos de plastilina

La guerra sucia es lo más limpio que ha encontrado Sánchez para no envolverse en la bolsa de plástico de los cadáveres a las puertas de una autopsia

Un poco más y se retrotraen al golpe de Estado del 36, o del 34, o del 81, no sé, al día en que Tierno Galván les dijo a los madrileños que había que colocarse, y vaya si le hicimos caso; algunos seguimos echando la culpa a Madrid de nuestra muerte intrépida, porque la moviola no puede ir más deprisa. Mi vida se derrite en el pasado en esta mentira de que no hay futuro.

Pocas horas después de la convocatoria de elecciones se puso en marcha la campaña del fango que nos espera: El PSOE acusando al PP de mentir por aquellos «hilillos de plastilina» del Prestige o por acusar a ETA del 11-M. Acabáramos. Se echaba de menos a un Pedro Sánchez diciendo lo mismo y lo contrario. Al cabo, la gestión es discutible, pero en lo de las mentiras no hay mandato que supere en embustes al del Gobierno que aún se sienta en su poltrona, y cuyo jefe es probable que nos siga presidiendo después del 23-J. Porque nadie es tan imbécil como para tirarse delante de toda España un tiro en el pie. Que la derecha no descorche las botellas de cava tan rápidamente con la resaca aún del domingo entre los dedos.

El dóberman del PSOE es el mismo perro con distinto collar. A mí, como ingenuo votante, me gustaría encontrarme un mensaje de futuro más que un resumen de lo publicado; en fin, cómo quedarán las pensiones, qué ha pedido recortar Bruselas, cuánto tiempo nos dejan para cumplir con el déficit y si vamos a poder ducharnos cada día este verano, cuando estén ustedes en ese punto de la batalla en el que ni el amor les distrae de sus asuntos, vestidos de verde Zelenski en traje de baño. Pero no. La guerra sucia es lo más limpio que ha encontrado Sánchez para no envolverse en la bolsa de plástico de los cadáveres a las puertas de una autopsia. Es que como si el PP sacara a pasear a Roldán en pelotas, al hermano de Alfonso Guerra o a Griñán el día que entre en la cárcel, si es que entra, porque el que trapichea con droga bien pronto que huele a trullo y el que se juega millones con los parados de Andalucía oye que rezan a los santos y a las vírgenes del Rocío. Bien es cierto que jugar con plastilina es un vicio, pero, socialistas todos, ya han tenido tiempo de pasar el mono.