
El trípode
Hoy día histórico: Napoleón, Puigdemont y Waterloo
Hoy es una fecha que Puigdemont añorará desde su palacete residencial de Waterloo cual presidente de la «República de Cataluña».
Hoy es una fecha que Puigdemont añorará desde su palacete residencial de Waterloo cual presidente de la «República de Cataluña». El motivo es que tal día como hoy, 10 de febrero, pero de 1810, José Bonaparte, el hermano de Napoleón designado por él como Rey de España, separó a Cataluña del resto del Reino, poniéndola bajo la administración de Francia. Y una de las herramientas que utilizó para intentar seducir a los catalanes fue precisamente el de la lengua, promoviendo su uso oficial a todos los niveles. Ahora, el ministro Albares –para algunos alias «Napoleonchu»– siguiendo las órdenes de su líder, promueve el reconocimiento del catalán como lengua oficial en las instituciones comunitarias europeas y califica «de máxima prioridad de la política exterior de España» alcanzar ese objetivo. Y que confía en poder conseguir con Polonia, que ejerce actualmente la presidencia «pro tempore» semestral de la UE. De momento, siguiendo esa misma estrategia Puigdemont ya ha conseguido que el catalán haya desplazado del Congreso de los Diputados –sede de la soberanía nacional– al castellano como la (única) lengua española «oficial del Estado» así establecida literalmente en la Constitución. Lo que resulta más grave de lo que algunos «ingenuos» sanchistas piensan, al ignorar que la lengua es el arma más poderosa que el nacionalismo separatista tiene en sus manos manipulando con ella sentimientos, emociones y la propia historia, para avanzar hacia su objetivo. Claro está que en manos de Sánchez y conociendo que su única prioridad es el mantenimiento del poder, saben que dará satisfacción a quienes le encumbraron a La Moncloa con 84 (…) diputados y allí le mantienen para ir desgarrando la nación española y el Estado. Pero no todo está perdido pese al firme deseo de los Puigdemont, Junqueras, Otegi y Esteban por mantenerle en el Gobierno como su instrumento ideal para conseguir su irredento triunfo secesionista. Desde luego a estas alturas, camino ya de sus 7 años en La Moncloa, resulta evidente que hay un claro avance en ir dando pasos en esa dirección destructora. Y que hay «poderes ocultos en la sombra» muy deseosos de conseguir ese objetivo y que no son pocos los sanchistas utilizados para ello, seducidos por alcanzar el poder de «este mundo». Les sería conveniente recordar a los entusiastas de este irredento propósito y que hoy pueden añorar aquel tiempo de Napoleón, que precisamente Waterloo ocupa un destacado lugar en la Historia precisamente por ser el de la derrota y final de Napoleón, que acabó su vida –y no en un palacete precisamente– sino desterrado y prisionero en una perdida isla del Atlántico Sur. Apenas 5 años después de aquel 1810.
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