El trípode
«Libertad, igualdad y dignidad»
Sin duda eso no es de aplicación para Sánchez que considera que la necesidad que él tiene de los 7 votos del prófugo de la Justicia residente en Waterloo, es tan excepcional que justifica que todos los delitos cometidos por los separatistas
Así terminó Alberto Núñez Feijóo su intervención ayer en Madrid, en el acto convocado en contra de la amnistía que Sánchez pretende conceder al antiespañol y prófugo de la justicia Puigdemont, y que le exige para que a cambio, él pueda seguir en La Moncloa una temporada más. Las palabras igualdad y dignidad estuvieron muy presentes en todas las intervenciones, y con mucho fundamento, pues lo que pretende hacer Sánchez con los españoles es sumirlos en la desigualdad ante la ley respecto de los secesionistas y en la indignidad de ser considerados como ciudadanos de inferior categoría ante ellos. El artículo 14 de la Constitución proclama que «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».
Sin duda eso no es de aplicación para Sánchez que considera que la necesidad que él tiene de los 7 votos del prófugo de la Justicia residente en Waterloo, es tan excepcional que justifica que todos los delitos cometidos por los separatistas para romper España separando Cataluña de ella, sean considerados simples acciones de un «conflicto político» que nunca debieron ser judicializadas y por tanto deben darse por inexistentes. Ante todos los presidentes –varones y mujeres– de las comunidades y ciudades autónomas gobernadas por el Partido Popular, encabezados por Ayuso y Almeida y los expresidentes Rajoy y Aznar, Feijóo hizo un canto a esos principios –libertad, igualdad y dignidad– que son derechos humanos fundamentales: Los españoles son personas libres e Iguales en derechos, deberes y dignidad. Principios que para el sanchismo son inexistentes en la práctica, con una política carente de ética pública. La mentira y el engaño compulsivos, disfrazados de meros «cambios de opinión» han convertido la política en una mera lucha descarnada por el poder donde el fin de conseguirlo justifica la mentira, el engaño, y cualquier otro medio. Plenamente acertado el alcalde Almeida en su definición de que «la amnistía es el pacto entre un prófugo de la justicia y un preso de una ambición desmedida». La calle ayer hizo en Madrid una primera demostración pública de un sentimiento de creciente indignación ante lo que pretende hacer el sanchismo. El próximo 8 de octubre en Barcelona, se evocará la multitudinaria manifestación de esa misma fecha realizada en 2017 como respuesta cívica al discurso del Rey del 3 de octubre, que ahora Puigdemont y Sánchez pretenden descalificar al considerar que lo sucedido había sido un mero hecho político y por tanto no merecedor de ningún reproche ni sanción.
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