A pesar del...

Libres, iguales, y Warren

La mentira fundacional es que no se nos puede tratar por igual porque no somos iguales, deplorable deficiencia que ya repararán Warren Sánchez y sus secuaces a costa de la libertad y el dinero de usted, señora

El odio de la izquierda hacia Isabel Díaz Ayuso no es casual, porque la madrileña les gana las elecciones, y encima lo hace con una consigna escueta, sencilla y poderosa: libertad. La progresía despreció el mitin del domingo, pero tomó buena nota de la segunda consigna que ha esgrimido el PP, con buenos resultados: la igualdad. Seguidamente, Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, demostró por qué es capaz de todas las usurpaciones si le rentan políticamente, o si enredan el panorama y perjudican al adversario. Y esta semana ya empezó a hablar de «libres e iguales». Él.

Dirá usted: no tiene límites. En efecto, así es, pero su acción y la de sus medios revelan sus instintos y permiten ponderar su estrategia. Está claro que la bandera de la igualdad en manos de la derecha tiene un coste político para la izquierda, que no lo pagará de buena gana, ni se quedará de brazos cruzados.

Entonces, al argumentario habitual contra el liberalismo de Ayuso, que incluye el desdén clasista hacia la gente corriente que la vota, saluda y jalea, ahora se añadirá la monopolización de la igualdad. Esto es típico de la izquierda, que rara vez o nunca acepta compartir lemas con lo que aspira a identificarse en exclusiva, desde la ecología hasta el feminismo, que siempre rechaza que pueda ser otra cosa que no sea de izquierdas – «no, bonita», en la célebre réplica de Carmen Calvo.

Harán lo mismo con la igualdad, condenando la igualdad compatible con la libertad, que es la igualdad ante la ley, y pretendiendo colar la igualdad antiliberal, que es la igualdad mediante la ley. Esta distorsión es capital para el socialismo, porque le permite violar derechos y libertades sin rubor, amparándose en que no somos iguales, sino que el poder debe hacernos iguales, a nuestro pesar. La estrategia es antigua, y se plasma en el derecho tuitivo, que el supuesto progresismo hipertrofia desde el viejo bulo de que con libertad hay explotación del trabajador ante el malvado empresario, hasta el amplio abanico de coacciones de hogaño. La mentira fundacional es que no se nos puede tratar por igual porque no somos iguales, deplorable deficiencia que ya repararán Warren Sánchez y sus secuaces a costa de la libertad y el dinero de usted, señora.