Canela fina

Loyola Palacio: agua para todos

«En España hay agua para todos. Falta un plan hidrológico completo, no circunstancial, para resolver un problema cada vez más alarmante»

Paso a la mujer que se abre paso. Loyola Palacio no necesitó de cuotas vejatorias para triunfar en cuantos cargos ocupó. Fue una mujer razonadora, constructiva, firme en sus principios, flexible en el diálogo y la negociación… Siempre inteligente.

En los años 90 del siglo pasado vino una tarde a verme a mi despacho del ABC verdadero. Había trabajado a fondo con sus colaboradores en un plan hidrológico nacional, no una chapuza, y quería apoyo mediático. Su diagnóstico era severo. El consumo de agua crecía en España, y a pesar de las contribuciones durante el siglo XX para solucionar el problema, desde Silvela hasta Franco, Loyola Palacio dibujaba un futuro negro con zonas específicas del territorio nacional en las que se padecería sed a causa de las sequías y otras circunstancias. No se equivocaba.

Recuerdo que me aseguró: «En España hay agua para todos. Se trata de distribuirla adecuadamente. De la misma forma que hemos cubierto el país de oleoductos hay que hacerlo de acueductos y pantanos para garantizar que el agua llegue siempre a todos». No se trataba de una especulación. Su plan cubría el territorio nacional con máquinas de bombeo y fórmulas de vasos comunicantes, amén de acrecentar el número de los pantanos y construir en las cercanías del cantábrico, el atlántico y el mediterráneo, plantas desaladoras.

La verdad es que me deslumbró, por su seriedad y su rigor científico, el proyecto de Loyola Palacio. Cuando la nombraron ministra de Agricultura pensé que se pondría en marcha lo por ella proyectado. No fue así. Tal vez por falta de dinero, quizá porque en muchas ocasiones la política atiende lo urgente antes que lo importante. Churchill, primera inteligencia del siglo XX europeo, se quejaba amargamente de esta circunstancia. Y ha ocurrido lo que Loyola Palacio anticipó, con situaciones tan ridículas, como transportar agua desalada desde Valencia hasta Barcelona, para dar de beber al catalán sediento.

Los dos grandes partidos –el centro derecha y el centro izquierda– tienen la obligación de aprobar un plan conjunto y completo, no circunstancial, que en media docena de años garantice agua para todos. Si no fuera así, que el pueblo demande a los políticos por su incapacidad.

Luis María Anson,de la Real Academia Española.