Letras líquidas

Madrileñismo

La cita aunó voluntades, impulsó proyectos y extrajo lo mejor de la sociedad civil cuando se conjura para superarse y para diseñar el futuro sobre bases del presente

El mes de mayo siempre me ha parecido un poco Madrid. Orgulloso, luminoso, como desperezándose del invierno, marcando el inicio de algo. Ayuda a esa asociación mental, claro, que comience con la celebración de la fiesta de la Comunidad, con ese Dos de Mayo, tan histórico, tan intenso y aguerrido, y que, además, en unos días, se vuelve chulapón, se relaja en la Pradera y muestra sus ademanes más lúdicos y verbeneros. Madrid con sus versátiles facetas. Algunas, ya han sido retratadas a lo largo de los tiempos y otras, más contemporáneas, nos llegan a través de miradas ajenas. Como la del corresponsal del «Finantial Times» Simon Kuper que, llegó «a una capital del oeste de Europa» sin expectativas y, tras pasar un año con su familia, le dedicó «Mi año brillante: las siete razones por las que me enamoré de Madrid». Y con su rendición catapultó sus bondades: el carácter de la gente, el clima, el ritmo de sus días, el ocio, los espacios verdes, el fútbol, sus museos. Motivos, no por algo tópicos, menos ciertos y representativos de un estilo cosmopolita, luchador, afanoso, culto y disfrutón, un compendio de todas las formas de España, un madrileñismo que, a veces, conviene sacar a pasear. Y a presumir. Y ayer se hizo en esta misma casa, en LA RAZÓN.

La sede de Juan Ignacio Luca de Tena cedió el protagonismo de su icónico azul para compartirlo con el «rojo comunidad», ese que se presenta, también, salpicado de estrellas blancas. La conferencia de la presidenta Isabel Díaz Ayuso reunió a representantes de la política, la economía, la cultura y la ciencia. La cita aunó voluntades, impulsó proyectos y extrajo lo mejor de la sociedad civil cuando se conjura para superarse y para diseñar el futuro sobre bases del presente. Difícil atrapar en estas letras el impulso y el ánimo colectivos, el ambiente motriz de mejoras, de propuestas y oportunidades y el clima predispuesto a cimentar talentos. Esos intangibles que se plasmaron, todos, en el madrileñismo, abierto y generoso, que se respiró aquí anoche. Y sí, además, era mayo.