Tribuna
Las malas decisiones de Irán
Turquía, Arabia Saudí e Irán se disputan la hegemonía en la región. Israel, sin embargo, no tiene ningún interés en ser hegemón en ese tablero regional
Irán, líder chií del mundo musulmán, ha ido construyendo un cinturón chií con ramificaciones en Siria, Líbano (Hezbolá), Irak y Yemen y una sunní, Hamás, en Gaza. Por otro lado, Omán, de religión sunní e ibadí, es aliado de Irán a pesar de tener solo un 5% de chiíes. Esto no va solo de sunnies (mayoría) y chiies (minoría). Ese arco geográfico de proxies intenta presionar a Arabia Saudí, pretendido líder sunní del mundo musulmán, con permiso de Turquía. Ese cinturón chií también presiona a Israel, país amenazado permanentemente por Irán y sus aliados. Es la maldición de la geografía y de los yihadistas salafistas empeñados en destruir a los EE.UU. y a Israel, como no se cansan de repetir.
Por otro lado, Turquía, miembro de la OTAN, se ha convertido en un actor relevante en la región. Ha conseguido transformar Siria en un gobierno amigo, ha visto con satisfacción cómo Israel prácticamente elimina a Hezbolá en Líbano y a Hamás en Gaza, los dos aliados de Irán, y con ello a éste solo le queda apenas Yemen, donde hay una guerra por proxies entre Irán y Arabia Saudí.
Israel, además de descabezar Hezbolá, ha masacrado a Hamás, que era su objetivo, después del despiadado ataque a la población civil israelí. La población civil gazatí ha sufrido las consecuencias del ataque de Hamás, cuyo objetivo real no está nada claro, salvo inmolarse en aras de los objetivos iraníes.
Turquía, además, ha conseguido neutralizar al PKK, partido kurdo y, por otro lado, en 2023, aprovechando la situación en Ucrania, apoyó a Azerbaiyán por el control de Nagorno Karabaj en la guerra con Armenia. De esa forma, Turquía proyecta su poder e influencia hacia el mar Caspio y Turkmenistán, controlando todo el norte de Irán.
Turquía y sus proxies por el norte, Israel y Arabia Saudí y los suyos por el oeste junto con Egipto y Jordania están conformando la amenaza definitiva para desmontar el cinturón chií de Irán que ha empezado, como decimos, con la desarticulación de Hezbolá y Hamás. Por ello, la mayoría de los países árabes suníes aplauden en privado el ataque de Israel para neutralizar el programa militar nuclear iraní y de paso reducir su capacidad militar, que lo convertiría en el hegemón chií de la región. Lo aplauden porque saben que solo Israel tiene las capacidades para realizar ese sofisticado ataque y neutralizar a Irán y sus proxis.
Algunos analistas olvidan que, desde hace más de una década, cada vez que Irán ha desarrollado infraestructura y capacidades para obtener la bomba atómica, Israel lo ha desbaratado en ataques selectivos; por eso no la ha tenido antes, no por otra cosa. No es ningún cuento o pretexto de un supuesto e inexistente programa nuclear militar iraní, como dicen algunos. Es una realidad que ahora ha tomado una dimensión extraordinaria para Israel.
Turquía, Arabia Saudí e Irán se disputan la hegemonía en la región. Israel, sin embargo, no tiene ningún interés en ser hegemón en ese tablero regional. Pero es el único capaz de hacer temblar a Teherán, con el apoyo de los Estados Unidos.
Tengo la convicción de que en los ataques selectivos contra altos mandos militares y científicos nucleares podría haber caído también Alí Jamenei. Si no ha sido eliminado, es probablemente porque Israel quiere darle una salida pactada. Veremos qué sucede.
Por último, no me resisto a comentar sobre el asunto de que, con la bomba atómica, Irán estaría a salvo de ataques israelíes. Israel la tiene y sufre a diario los ataques de Irán. Todo depende de si para Israel la amenaza es existencial o no. No obstante, también lo estaría si Irán deja de amenazar con eliminar, junto con sus proxis, a Israel de la faz de la Tierra. En este caso no tendría nada que temer de Israel. Pero Irán pretende otra cosa.
Irán se equivocó al ampliar la guerra entre Hamás e Israel involucrando en los ataques a Israel a sus aliados del cinturón mencionado. Por ello, después del ataque de Hamás a Israel, Irán, Siria, Irak, Líbano y Yemen han atacado Israel ampliando el conflicto, siguiendo la decisión de Irán. Oportunidad que no ha desaprovechado Israel para eliminar todas las amenazas, salvo la del Yemen y la propia iraní, que aún mantiene capacidades militares, como vemos a diario.
Quizá Israel esté esperando el golpe definitivo y la destrucción de toda la infraestructura de misiles hutíes en Yemen por parte de EE.UU. Sería más útil que atacar Irán.
Alí Jamenei tiene espacio todavía para seguir tomando decisiones erróneas o acertadas. Un reloj parado da bien la hora dos veces al día; solo tiene que intentarlo.