Y volvieron cantando

Mapa azul, mapa rojo

A nadie se le escapa que el nuevo asalto electoral del PP a La Moncloa pasará en gran parte por los trampolines de sus gobiernos municipales y autonómicos

Las paradojas de la política parecen haberse asentado y por mucho tiempo –mínimo una legislatura– en nuestro patio doméstico tras los muy distintos resultados de los comicios territoriales celebrados hace escasamente un trimestre y los generales del «23-J» que además de echar por tierra un aparente deseo de cambio y las previsiones de casi todas las compañías demoscópicas acababa por fijar un mapa del poder político con una clara –y dicho sea de paso inquietante– superposición entre una España teñida de azul desde Mojácar hasta Ribadeo pasando por Medinaceli en lo relativo al poder municipal y autonómico y otra teñida de rojo, sencillamente porque el gobierno del Estado volverá a estar, salvo mayúscula sorpresa, en manos de la izquierda y sus cada vez más acoplados socios Frankenstein del radicalismo periférico.

Con ese doble mapa de dos Españas superpuestas, como en esos juegos educativos de los niños en los que se trufan plásticos transparentes de distintos colores, habrá de lidiar un electorado que claramente parece que es lo que ha elegido muy conscientemente, si nos atenemos a una diferencia de votos entre PP y PSOE en las elecciones de mayo que en nada se corresponde con esa otra diferencia en la cita de julio con las urnas entre ambos partidos hegemónicos. Ahora, los ciudadanos no serán ni mucho menos ajenos a algo que ya se viene dando en comunidades como la andaluza y sobre todo la madrileña, donde las grandes decisiones de la gestión pública no pudieron escapar a la clave política de la confrontación directa con el gobierno central, o lo que es igual, con todo lo que representaba el sanchismo.

Las decisiones del gobierno central ahora más que nunca habrán de pasar por la irrefutable prueba del algodón de la comparativa entre cómo afectan a Cataluña y País Vasco en línea con los acuerdos de legislatura a los que se deberá Pedro Sánchez para seguir durmiendo en La Moncloa y cómo son recibidas por otro muy mayoritario número de comunidades gobernadas por la derecha. La legislatura va a brindarnos a los sufridos ciudadanos algo que no hemos ponderado a la hora de votar como es un más que probable choque de trenes entre administraciones, sobre todo porque a nadie se le escapa que el nuevo asalto electoral del PP a La Moncloa pasará en gran parte por los trampolines de sus gobiernos municipales y autonómicos. Tomen asiento.