La situación

¿En el nombre de España?

"Solo el conjunto de los españoles está en posesión de la soberanía nacional, y no se nos ha preguntado nuestra opinión sobre la amnistía"

Es natural que alguien que es, o aspira a ser, presidente tenga entre sus características personales la de atesorar un elevado concepto de sí mismo. Estar convencido de que se dispone de las capacidades necesarias para gobernar un país, solo es propio de personalidades tendentes al amor en primera persona del singular. Yo, mí, me, conmigo.

No es este un rasgo exclusivo de Pedro Sánchez, pero, sin duda, es una circunstancia porcentualmente muy presente en su temperamento. Dicho con otras palabras, Sánchez está enormemente satisfecho de su mismidad. Nada hay que pueda convencer al líder socialista de que exista alguien con cualidades para disputarle el cargo. Tampoco, la incómoda y nunca reconocida realidad de que perdió las elecciones frente a un soso señor que llegó de Galicia.

Siendo ese el talante de Sánchez, se podría alcanzar a explicar el insólito atrevimiento que tuvo este fin de semana, al concederse a sí mismo el permiso para hablar «en nombre de España». Para decir algo así en público –y en serio–, no basta con ser depositario de un ego ciclópeo. Es preciso acumular horas de vuelo en la creencia de la propia excepcionalidad, y haberla asumido como algo que está en su naturaleza.

Ver aplaudiendo y en pie a los miembros del Comité Federal del PSOE porque su líder va a amnistiar a Puigdemont, es otra de esas cosas que no podían pasar, pero que Sánchez ha convertido en hechos. Cabe preguntar cuántos de ellos sentían de verdad el frenesí que demostraban. Solo faltó que, como José Luis Cuerda puso en boca de un paisano en la genial "Amanece que no es poco", hubieran gritado a coro aquello de "Alcalde (léase presidente), todos somos contingentes, pero tú eres necesario". ¡Tú eres la patria!

Quizá el Rey Sol o un ensoberbecido Napoleón estuvieran en condiciones de hablar en nombre de Francia. Pero no hay un solo español, ni siquiera el jefe del Estado, que esté legitimado para hablar en nombre de España. Solo el conjunto de los españoles está en posesión de la soberanía nacional, y no se nos ha preguntado nuestra opinión sobre la amnistía.