Al portador
La otra y temible guerra de Trump con trucha y mosca
Powell ha resistido hasta ahora, pero su mandato vence en mayo de 2026 y hay pavor a lo que pueda hacer el sucesor que designe Trump, obcecado con su guerra monetaria
Paul Volcker (1927-2019), muy aficionado a la pesca de la trucha con mosca, el presidente de la Reserva Federal –el banco central de los Estados Unidos– que domeñó la inflación estadounidense que llegó al 14,8% en marzo de 1980 –algo insólito–, decía que «apuntar a una inflación del 2% cada año significa que después de una década los precios serán más de un 25% más altos y su nivel se duplicará cada generación. Eso no es estabilidad de precios, y sin embargo la llaman estabilidad de precios. No entiendo que los bancos centrales quieran un poco de inflación.» Sus colegas actuales de los grandes bancos centrales de todo el mundo, reunidos en Jackson Hole (Wyoming), lo citan a menudo como referencia aunque todos trabajan para que haya una inflación del 2%. La cita de los banqueros en un remoto valle del parque nacional de Grand Teton se celebra desde 1978 porque los organizadores querían que asistiera Paul Volcker y lo convencieron al decirle que era un lugar ideal para pescar trucha con mosca. Por otra parte, allí pasaba las vacaciones John D. Rockefeller (1839-1937) y Harrison Ford posee un amplio terreno y una gran casa.
Los banqueros centrales, encabezados por el presidente de la FED, ahora Jerome Powell, se reúnen todos los años en Jackson Hole, hablan sobre el futuro y dan pistas sobre sus planes de política monetaria, es decir, si subirán, mantendrán o bajarán los tipos de interés. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, ha advertido sobre el parón económico europeo. Ayer fue el turno de Powell, enemigo declarado de Donald Trump, que intenta echarlo de la FED, pero no puede porque se trata de un organismo independiente. El presidente americano, que como Sánchez con Telefónica pretende que el estado USA compre el 10% de Intel, presiona para que la FED baje los tipos de interés, ahora en el 4,25%, algo que Powell ha rechazado hasta ahora, al menos como quiere Trump, que pide que caigan hasta el 1%. Podría desatar un desastre inflacionario, que se agravaría si la FED entra en un periodo de inestabilidad, con su independencia en riesgo, que podría causar estragos en los mercados financieros mundiales y revivir la gran recesión de 2008. Powell ha resistido hasta ahora, pero su mandato vence en mayo de 2026 y hay pavor a lo que pueda hacer el sucesor que designe Trump, obcecado con su guerra monetaria, con o sin trucha y mosca. Por si acaso, conviene recordar que un 2% de inflación «no es estabilidad de precios», según Volcker.