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Y volvieron cantando

El papelón de Yolanda

Sumar ya no tiene ni cara para cartel electoral, caso de llegar unas elecciones adelantadas

Esto, no lo duden, tendrá sus capítulos en el inminente nuevo curso político. El baile de posicionamientos entre los socios de la renqueante «mayoría de investidura» muestra unos indicativos síntomas que van bastante más allá de la mera intención de no hacer caer a un presidente acorralado por la corrupción de su entorno, pero todavía sabrosa bicoca de poco escrupulosas exigencias políticas. Claramente los intereses de los socios de la izquierda en esa mayoría Frankenstein son muy diferentes a los de las formaciones nacionalistas o separatistas, sobre todo porque estos últimos pueden paliar ante su feligresía la incomodidad de apoyar a un gobierno algo más que bajo sospecha consiguiendo arrancarle nuevas dádivas para Cataluña o País Vasco a costa del interés general de los españoles, pero los primeros, la izquierda y en especial la que conforma Sumar dentro de la coalición gubernamental, poco o nada pueden ofrecer a los suyos, indignados ante tamaño tsunami de irregularidades y fraudulento uso de lo público, a lo que se suma la chistera vacía de propuestas reales en forma de políticas económico-sociales, sencillamente porque, aun habiendo gobierno, no hay capacidad para gobernar.

Yolanda Díaz lleva días interpretando el papel de lideresa izquierdista indignada, ofendida y muy entregada al frasco de las sales anti sofoco, incluido el numerito parlamentario de plantar hace semanas a Sánchez en el Congreso para desmarcarse de la corrupción del PSOE, pero la disyuntiva, o tal vez el papelón de la vicepresidenta con la llegada de los fétidos vientos de corrupción, viene a acentuar la tendencia, ya de por sí imparable, en la deriva de Díaz y su plataforma política hacia la más absoluta irrelevancia. Podemos ya ha ganado por la mano y de largo el relato contra Sánchez desde la izquierda y la formación morada ya actúa en clave de post sanchismo y llegada irremisible de Feijóo a La Moncloa, a lo que se suma la incapacidad de Díaz desesperadamente amarrada a la liana del poder por sacar adelante cuestiones de su negociado como la reducción de la jornada laboral. Sumar ya no tiene ni cara para cartel electoral, caso de llegar unas elecciones adelantadas, las fugas siguen produciéndose por abajo y por arriba y lo peor, ni puede ni tiene nada que vender a su parroquia, corriendo además el riesgo de pasar por cómplice del detritus. Ergo, trato o truco, siempre el abismo.