Escrito en la pared
La patraña del consejero Azpiazu
A este señor un poco más de Economía y un poco menos de nacionalismo no le vendrían mal
Al consejero de Economía del Gobierno Vasco algo le debe funcionar mal en su oficina porque aún no se ha enterado de que ETA causó daños irreparables sobre la economía vasca. El otro día, en un coloquio en Bilbao, Azpiazu dejó a todo el mundo perplejo cuando afirmó estar convencido de que el terrorismo «no tuvo incidencia alguna en la economía vasca» y adujo, como prueba de ello, que «no hemos perdido peso» con respecto al conjunto de la economía española.
Vayamos, pues, con ello porque este jeltzale parece inmune a la estadística y también a la economía. Empecemos con la primera: basta echar unos pocos números para percatarse de que el País Vasco lleva perdiendo peso en España desde 1975, justo cuando empezó a intensificarse la campaña terrorista. Si seguimos la metodología del Concierto para el cálculo –que no es otra que la media geométrica de las participaciones vascas en el PIB y en la población españoles– en ese año se alcanzó el nivel máximo del 6,61 por ciento. Ahora estamos en el 5,23 por ciento; o sea, el mismo nivel que en 1955. Está claro un retroceso de décadas, guste o no a Azpiazu y al lehendakari Urkullu, quien se ha apresurado a apoyarle.
En cuanto a la economía, la historia de todas las guerras y conflictos violentos muestra que tienen una incidencia negativa sobre la producción, principalmente porque retraen la inversión. A Azpiazu alguien le tuvo que enseñar esto en la facultad de Económicas de Bilbao –aunque, tal vez, no iba a clase–. En el caso vasco tenemos buenos estudios sobre esto, como los de Alberto Abadie y Javier Gardeazabal o el de Rafael Myro, Alberto Colino y Patricio Pérez. De ellos se desprende que, entre 1980 y 2006, el terrorismo provocó una pérdida de actividad equivalente al 18,3 por ciento de su PIB; o sea, 214.540 millones de euros (valorados a precios de 2010). No está mal para el coleto de Azpiazu. A este señor un poco más de Economía y un poco menos de nacionalismo no le vendrían mal. Y de paso que se deje de defender a los etarras que aún permanecen encarcelados. Claro que eso sería como olvidar a Sabino.
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