El trípode
Peterson y el «totalitarismo creciente de Occidente»
Sus críticas al primer ministro Justine Trudeau y a esa cultura, llevaron al Colegio de Psicólogos de Canadá a abrirle un expediente que culminó en esa obligación de «reeducación»
Jordan Peterson es un afamado canadiense, doctor en Psicología clínica, intelectual y crítico cultural, que saltó a la fama más allá de sus fronteras nacionales con ocasión de ser condenado a seguir un curso de «reeducación» –como en la China de Mao y en la URSS– por su oposición a la ideología Lgtbi. Sin duda es un personaje incómodo para esa izquierda tan partidaria de la tolerancia hacia sus dogmas como intolerante con quienes se oponen a ellos. El cambio climático convertido en una religión, (para ellos tan ateos), o el lenguaje «inclusivo», son algunos de los signos de identidad de esa cultura denominada cono «woke». Sus críticas al primer ministro Justine Trudeau y a esa cultura, llevaron al Colegio de Psicólogos de Canadá a abrirle un expediente que culminó en esa obligación de «reeducación», que posteriormente fue avalada por la Justicia tras recurrir a ella. En la actualidad es además conferenciante que goza de un tirón popular incuestionable, como pudo comprobarse entre nosotros el pasado octubre llenando el WiZink Center en el Palacio de Deportes de Madrid. Recientemente ha pronunciado en Alemania una conferencia convocada por la «Alianza para una ciudadanía responsable» –que allí tiene un eco singular por obvias razones históricas– donde ha apelado a la imperiosa necesidad de «no callar y alzar la voz ante el totalitarismo creciente en Occidente».
Con el recuerdo de lo sucedido con el ascenso del nazismo al poder con el Tercer Reich, y la experiencia tan actual de Venezuela, que en su día era una democracia (con abundante petróleo), que hacía impensable para la población que pudiera acabar convirtiéndose en una sucursal del régimen cubano, ha apelado a la obligación de todos y cada uno de los ciudadanos a «no permanecer callados». «Hablar claramente contra el sistema tiene un precio, pero eso no significa que salga gratis el no hablar cuando es el momento de hacerlo». El precio puede atrasarse en ser cobrado, pero no es menor por ello. «La Verdad te hace libre» y por supuesto tiene un precio el conquistarla: todo tiene su precio en nuestro mundo y «vale la pena pagarlo por esa causa». Jordan Peterson lo está pagando por oponerse a los dogmas del NOM que asegura te harán «ser feliz, aunque no tendrás nada». Pero sin duda ha elegido el camino correcto para ser realmente feliz, siendo libre de discrepar de ese poder oculto en la «sombra» que se permite tratar a la humanidad como sus lacayos del siglo XXI. Con esa Agenda 2030 que nadie ha votado y que es de obligado cumplimiento bajo pena de excomunión política y social impuesta por esos tan «tolerantes».
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