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La pirámide de musgo y deuda en el mundo de Trump
Nixon acabó con el patrón oro, Trump puede liderar el principio del fin de la hegemonía del dólar
Federico García Lorca (1898-1936), en su deslumbrante Poeta en Nueva York, advertía «Ay, Wall Street/que ya la bolsa es una pirámide de musgo». El verso fue escrito en 1929, meses antes del «crack» bursátil que dio paso a la «Gran Depresión», agravada por una serie de errores gubernamentales. Muchos años después Bill Clinton tuvo que torear con los mercados y enmendar sus planes originales tras llegar a la Casa Blanca. Bob Woodward, que pasará a la historia por descubrir, junto a Carl Berstein, el Watergate que hundió a Nixon –otro republicano partidario de los aranceles–, narró en su libro The Agenda, el primer año, 1993, del marido de Hillary en la presidencia. Relata como semanas después de iniciar su mandato, el presidente le espetó a Alan Blinder, uno de sus asesores: «¿Quieres decirme que el éxito de mi programa económico y de mi reelección dependen, sobre todo, de un grupo de jodidos vendedores de bonos?». Era un momento en el que los mercados desconfiaban de la política titubeante del nuevo inquilino de la Casa Blanca y el precio de los bonos –deuda pública en definitiva– se desmadraba.
Clinton entendió el mensaje, corrigió su planes económicos y controló algo los déficits. Fue reelegido por una mayoría abrumadora y en los Estados Unidos –y fuera de ellos– su presidencia, al margen de los escándalos galantes, es recordada como una época próspera. Ahora, Donald Trump parece que también ha tropezado con los mercados, al margen de que sus amigos hayan podido utilizar o no la información privilegiada de cuando iba a anunciar la moratoria de los aranceles. El histriónico inquilino de la Casa Blanca se ha dado de bruces con la deuda pública americana, que ya supera los 36 billones de dólares, de los que un billón están en poder de japoneses y 800.000 millones en manos chinas, las mismas a las que Pedro Sánchez , con oportunidad dudosa quiere encandilar. Los chinos no parecen dispuestos a ceder y todo se complica. Alguien le explicó a Trump que el plan era atender con los ingresos por los aranceles, entre otras cosas, los pagos de la deuda mientras además, se reducían los intereses a los que se negocia. El problema es que ha ocurrido lo contrario y al fondo se alzan las primeras voces que cuestionarían al dólar y a la deuda USA como activos de reserva. Nixon acabó con el patrón oro, Trump puede liderar el principio del fin de la hegemonía del dólar. «La pirámide de musgo» simboliza decadencia, abandono y colapso de estructuras, mientras emerge una cierta «angustia imperfecta de Nueva York», otro verso de Lorca.
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