Y volvieron cantando

Podemos vs. Sumar: tufo electoral

Se trata simplemente de una batalla por la supervivencia

Sin llamarlo convencimiento –porque ese botón nuclear solo atiende a la mano de Sánchez– hay una mosca que viene zumbando machaconamente sobre la oreja de Podemos a propósito de un posible adelanto de elecciones generales –tomar la delantera a Sumar en la designación de cabeza de cartel candidata a La Moncloa no es casual– razón por la que el hilo argumental en la estrategia política de la formación morada para los próximos meses va a centrarse en ganar la batalla del relato a la izquierda del PSOE, en un espacio que comenzó a marchitarse hace cuatro años cuando Pablo Iglesias tuvo que practicar el vuelo sin motor abandonando la primera línea política previo puntapié electoral propinado por Isabel Díaz Ayuso y que careció de posibilidades de recuperación en el fallido proyecto de Yolanda Díaz, sin un sólido armazón ideológico, más pendientes de la obligada lealtad a las sillas en el consejo de ministros y construido sobre una nada despreciable montaña de cadáveres que hoy como zombis aguardan en oscuros callejones a la vicepresidenta segunda.

Sumar y Podemos tienen muy difícil el entendimiento para concurrir con lista única a unos eventuales comicios adelantados, sobre todo porque los primeros tienen especialmente claro que solo desde la no pertenencia al gobierno puede enarbolarse esa bandera contra el gasto militar que será clave en el próximo año y unas reivindicaciones sociales sobre las que siempre se ganará por la mano a la formación de Díaz, cautiva de su pertenencia al ejecutivo de coalición. En términos reales, la cuestión es, sin embargo, bastante más mundana. Se trata simplemente de una batalla por la supervivencia porque en ese espacio a la izquierda del PSOE, ni hay cabida para setenta escaños y los más de cinco millones de votos de hace unos años, ni se pueden ya asaltar los cielos. Es tan sencillo como conseguir un digno grupo parlamentario, a sabiendas de que el competidor se irá directamente por el sumidero de la irrelevancia. Eso es todo.

Inquietudes de la izquierda radical alimentadas por lo que algunos «sanchólogos» vienen interpretando como inesperada pero idónea oportunidad brindada al presidente por el órdago arancelario trumpista, para llamar a las urnas con garantías reales de reeditar el actual bloque de la pasada investidura. Tal vez esto no dé hoy más de sí, pero el manual de supervivencia, salvo terremotos, sigue señalando a 2027.