Sin Perdón
El poder del CIS
«No importa que nadie haya dimitido y que, incluso, el presidente del Gobierno asegure que se siente orgulloso de la ministra Irene Montero»
No hay duda de que el CIS ha conseguido instalarse en la polémica permanente. La capacidad de resistencia de Sánchez es digna de uno de los superhéroes de Marvel. Nada le afecta. No importa que diga una cosa y haga la contraria. Ha quitado el delito de sedición para complacer a Junqueras y el abaratamiento de la malversación ha sido otra chapuza legal que ha impedido alcanzar el objetivo de blanquear a los independentistas. La impericia de algunos ministerios a la hora de elaborar textos legales resulta inquietante. No voy a entrar en el lenguaje farragoso y la incapacidad de organizar correctamente su articulado, me refiero a errores propios de primero de carrera. España se había caracterizado por tener buenos juristas en la maquinaria gubernamental e incluso se conocía a los autores de las leyes. Lo mejor ahora es que pasen desapercibidos para que el bochorno sea menor. A los españoles les resulta indiferente el escándalo de la ley del «solo sí es sí». No importa que nadie haya dimitido y que, incluso, el presidente del Gobierno asegure que se siente orgulloso de la ministra Irene Montero, cuando realmente la detesta.
En cualquier momento, en aras de cumplir el guion, puede asegurar que añora pasear con Iglesias por los jardines de La Moncloa. Esta parte no me escandaliza porque hay mucho teatro en la política. Es una lástima que en nuestro caso sea del malo. El último CIS es sorprendente porque dispara al PSOE. Sánchez amplía su ventaja sobre el PP y se situaría a 2,3 puntos. Es cierto que las fervorosas seguidoras de Iglesias retroceden, es bueno castigarlas por incomodar al líder monclovita, pero están por delante de Vox. Es decir, el centro derecha solo conseguiría un 41,8% de los votos mientras que la izquierda sumaría un 45,5%. Es realmente tan asombroso como increíble. Las elecciones celebradas en Madrid, Castilla y León y Andalucía muestran la fortaleza del PP, así como la fragilidad del PSOE y Podemos. Esta última formación se encuentra inmersa en una crisis muy profunda y los socialistas son la tercera fuerza en Madrid. Sánchez debe estar disgustado. No se merece un escuálido 32,1%, ya que si no fuera por estas pequeñas tonterías no estaría en el CIS con una intención de voto del 40 o 50%, sino del 110%.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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