«De Bellum luce»

El porqué de la ventaja que el PP sigue dando a Sánchez 

El golpe que la pasada semana recibió el presidente del Gobierno en el Congreso es de esos de los que no te levantas en una situación ordinaria. Pero con Sánchez es otro punto y seguido

«Para muestra un botón, que dicen». Un alto dirigente de Junts me hacía esta reflexión el pasado miércoles, cuando se confirmó que sus siete diputados tumbaban el decreto ómnibus del Gobierno. Ese que Moncloa diseñó como una especie de ley de acompañamiento, en un movimiento de anticipación al marco político con el que el Gobierno lleva trabajando desde antes de final de año, el de que tampoco habrá Presupuestos en este ejercicio.

Como aquí en Madrid se ha instalado el mantra de que Puigdemont va de farol, porque sólo le interesa su amnistía, el mismo portavoz del expresidente catalán me apuntaba: «Los problemas de Sánchez y sus necesidades no son nuestros problemas ni nuestras necesidades». Moncloa tiene encima de la mesa una carta de exigencias bien ordenada y que no le puede pillar en absoluto de sorpresa: catalán oficial en Europa, cerrar la ley de inmigración (cesión íntegra de las competencias), amnistía política y abordar ya los grandes temas para la resolución del conflicto político que constan en el acuerdo de Bruselas. Esto último es la financiación singular de Cataluña. Y no hay más qué hablar mientras no se resuelvan estos asuntos.

El golpe que la pasada semana recibió el presidente del Gobierno en el Congreso es de esos de los que no te levantas en una situación ordinaria. Pero con Sánchez es otro punto y seguido. Y en esto hay que mirar también al PP, y preguntarse si no hubiera sido más útil anticiparse al golpe, explicar por adelantado las razones por las que iban a votar que «no» y no enredarse en trifulcas con un palacete cedido al PNV, que, si se lee bien la historia, resulta que, a lo mejor, aunque sean nacionalistas, tienen razón en lo que piden. Y después del palacete, ¿qué?

Es más que probable que la crisis entre el PSOE y Junts no tenga ya arreglo, pero si Sánchez quiere intentarlo debe dejar de enviar a Santos Cerdán a Bruselas con compromisos que luego, cuando llega a Madrid, se los tumban los ministros afectados porque no tienen desarrollo en el marco europeo. Ahora bien, para ganar a un «trilero» no se puede caer en la tentación de copiarle en algunas de sus maneras y hace falta tener un buen equipo, con perfiles que se identifiquen con algo más que la crítica reactiva a todo lo que hace el Gobierno. Sin que el PP se aplique este cuento, seguirá siempre dando ventaja al que llaman «trilero».