Sin Perdón

El problema es Hamás, no Israel

«Hamás ha impedido cualquier acuerdo de paz desde su fundación utilizando atentados suicidas y otros tipos de ataques contra la población para sembrar el terror»

Uno de los aspectos más terribles de la Segunda Guerra Mundial fue el exterminio de más de seis millones de judíos, aunque la Alemania nazi no consiguió llegar a los once millones. Fue la culminación de siglos de sistemática persecución de un pueblo sometido a una de las mayores campañas de mentiras de la Historia. Tras el Holocausto, era necesario establecer un hogar para los supervivientes de los campos de exterminio y resolver el problema judío. La solución alcanzada por la ONU era razonable y justa al dividir el histórico territorio, donde había estado el reino de Israel, entre los judíos y los árabes. Durante más de un milenio habían sufrido conquistas, deportaciones y exterminios. El sueño de los que sufrieron la diáspora era regresar algún día a casa. Ben Gurion proclamó el nacimiento del nuevo Estado el 14 de mayo diciendo que «en virtud de nuestro derecho natural e histórico y sobre la base de la resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas, declaramos por la presente el establecimiento de un Estado judío en la tierra de Israel». Y prometió una absoluta igualdad social y política a todos los habitantes sin distinción de religión, raza o sexo, garantizando la libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura.

Esto explica la enorme diversidad que existe en Israel, así como que una parte de sus ciudadanos sean palestinos y tengan representantes en su parlamento. Es algo que olvidan los antisemitas. En el mismo momento en que se proclamaba la independencia, cuatro países árabes pasaron a la ofensiva en tres frentes, cosechando derrota tras derrota. Las guerras y las campañas de atentados suicidas han provocado un sentimiento generalizado de lucha permanente por la supervivencia, ya que no hay otra opción que la victoria. La derrota significaría la destrucción de Israel. El jeque Hassim convirtió la Muyama islamiya en Hamás, cuya carta proclama que Palestina es una tierra islámica y persigue la destrucción de Israel. Cuenta con su rama «militar», las brigadas Al Qassam, dedicadas a la yihad. Hamás ha impedido cualquier acuerdo de paz desde su fundación utilizando atentados suicidas y otros tipos de ataques contra la población para sembrar el terror. El problema no es Israel, sino Hamás, que no quiere la solución de los dos Estados.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)