
Tribuna
Las risas del «ministro»
Pretenden limpiarse de un plumazo una norma cabal y sustituirla por un bodrio mal redactado y lleno de erratas al que llaman: «Propuesta de modificación de aspectos pendientes y sustitución del RD 1435/1985»

El dúo Urtasun y Díaz actuó hace unos días, entre risotadas cómplices y cuasi delictivas, para hablarnos del Estatuto del Artista bajo el lema «Avanzando en derechos laborales en la cultura». En palabras de este sujeto simpaticón y algo forzado en sus gestos que desgobierna la cultura en España desde un Gobierno que ha perdido los topes morales, «el Estatuto del Artista es un poco la bicicleta del mundo de la cultura». ¿Un poco? ¿La bicicleta? Rotundamente no. El Estatuto del Artista, tal y como estaba concebido, debería ser la gran catedral para el desarrollo laboral de los artistas y la industria cultural en el mundo contemporáneo, su estructura básica de funcionamiento, la guía ante la falta de entendimiento y su salvaguarda ante abusos.
En medio de la intervención, la vicepresidenta segunda del Gobierno dijo a los presentes, con sutil comicidad impostada, que «esta norma tiene rango de Real Decreto, ergo no pasa por el Congreso de los Diputados». Lo aseguraba, cito, para «facilitarnos la vida a todos y a todas», no sólo a ellos (sic). A esto, el «ministro» añadía que es una «legislatura en la cual le tenemos miedo a la soberanía popular». ¿Por qué el demiurgo de la nueva filosofía ministerial de los derechos culturales y la descolonización le tiene miedo al artículo primero de la Constitución española?
Volvamos a la bicicleta, porque así es como se mueve nuestro filósofo: a su manera, «descomplicado», en una bici que le lleva a todos lados. Lo lleva, por ejemplo, a engañar durante dos años sobre una reforma en la que no han avanzado nada o a presentar a bombo y platillo y por enésima vez –como la reforma del INAEM– una cortina de humo que no tiene reflejo normativo serio. Pretende, eso sí, derogar un Real Decreto (1435/1985, de 1 de agosto) tan bueno que ha servido, con enmiendas concretas, durante 40 años. Una norma que data del primer gobierno de Felipe González, o sea que no es sospechosa por ser del PP, o igual ahora ya sí.
Pretenden limpiarse de un plumazo una norma cabal y sustituirla por un bodrio mal redactado y lleno de erratas al que llaman: «Propuesta de modificación de aspectos pendientes y sustitución del RD 1435/1985». ¡Con dos! Cómo será que ni en la web del Ministerio de Cultura se refieren a ello. Increíble, ¿verdad? Entiendo además que esta «propuesta de modificación» va a afectar a leyes. Así que no puede hacerse con un reglamento, ergo, sí habrá que pasar por el Parlamento. ¿A quién quieren engañar con este papelucho? Si consiguen no pasar por las Cortes Generales, espero que al menos respeten el principio de jerarquía normativa y no regulen contra legem. A ver cómo lo hacen.
Se trata de un texto que está muy lejos de los objetivos marcados por el consenso de los grupos parlamentarios en la comisión de cultura de 2018. No toma en consideración las diversas propuestas doctrinales con los que deberían ser los elementos clave de la norma: la intermitencia laboral o la clarificación de la aplicación del contrato fijo-discontinuo para artistas. Además, se aleja de cualquier experiencia de derecho comparado con los países best in class (Francia, Canadá o Alemania). El texto se limita a incorporar modificaciones al Real Decreto actual en materia de relaciones de acoso o abuso, recogidas ya en el Código Penal y el Estatuto de los trabajadores. Ahora nos dirán, ya lo verán, que han hablado con el sector y que sacarán el texto a consulta pública. ¿Para luego retirarlo como el que pretendía regular los derechos de autor en el desarrollo de los modelos de IA generativa? Tamaña chapuza.
La falaz aparición del dúo cómico gubernamental para hablarnos, una vez más, sobre las costuras del traje nuevo del emperador, supone un brindis al sol en materia de derechos de autor en relación con la inteligencia artificial. No presta atención ni a la regulación europea ni al necesario consenso de los Estados miembros para abordar un planteamiento que no lastre la competitividad o pueda generar asimetrías legislativas. El texto perpetúa también el imperio de la jurisdicción social, eminentemente congestionada, sin reforzar planteamientos de mediación o arbitraje que fomenten la resolución ágil de los conflictos laborales.
El Estatuto del Artista debe ser un proyecto que interpele a la colaboración con las carteras ministeriales en materia tributaria, económica, de seguridad social o educativa, entre otras. Plantear esta visión reduccionista exclusivamente desde las competencias de la vicepresidenta es dar la espalda a los grandes retos que afronta este sector y que debería conocer.
Esta propuesta se sitúa a años luz de la hoja de ruta que los profesionales hemos detallado tantas veces y que el sector en su conjunto viene exigiendo desde hace tanto tiempo. Con este Real Decreto pueden hacerse la foto pero su debate parlamentario es algo mucho más serio y necesario. Volverán a reírse de un problema real y de absoluta trascendencia para los trabajadores de la cultura de este país.
No nos insulte la inteligencia y menos risas, señor «ministro», que hablamos de la dignidad y el respeto a los derechos de los trabajadores, a la Constitución y a las leyes así como a los artistas, a la creación, al talento y a la industria creativa española. Y a ese respeto y cumplimiento están, ustedes dos, obligados por juramento o promesa.
Mariano de Paco Serranoes consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid.
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