
Escrito en la pared
Prochinos en el PSOE
Ninguno de esos prochinos pasó la reválida de las primeras elecciones democráticas y, entonces, una gran parte de ellos decidieron pasarse al PSOE para hacer carrera en la política
El entusiasmo con el que la prensa china ha saludado la visita del Rey Felipe a su país no deja de ser sorprendente, pues va mucho más allá de la buena amistad y las relaciones comerciales. El Diario del Pueblo –órgano oficial del Partido Comunista Chino– ha proclamado que «España se alinea abiertamente con China»; y añade que estamos ante «una traición audaz e inteligente a (nuestras) tradicionales alianzas», con referencia explícita a la OTAN y a la amenaza trumpista de expulsión si no aumentamos el gasto militar. Claro que, para el oficialismo xinpista, es razonable dedicar recursos al gasto social y no a «comprar armas a Trump». Más aún, según la doctrina del dirigente oriental, eso mismo «deberían hacer el resto de los países europeos, siguiendo el ejemplo de España, para proteger sus propios intereses». Toda una declaración política, como comprobamos, que cuadra muy bien con el antimilitarismo y el antiamericanismo que ha aflorado con ímpetu en el partido socialista después de muchos años de larvada penetración de la influencia prochina entre sus bases y sus dirigentes.
Es posible que, en estos tiempos de olvido de la historia y de adulterada memoria del franquismo, haya pasado desapercibido el giro que, tras el sesenta y ocho, experimentó una buena parte del comunismo español con la proliferación de partidos que, apoyándose en el Libro Rojo de Mao y su Revolución Cultural –y sus intérpretes franceses–, con la genocida Campuchea Democrática por medio, propugnaron la dictadura del proletariado en abierta crítica al revisionismo de Santiago Carrillo en el PCE. Ninguno de esos prochinos pasó la reválida de las primeras elecciones democráticas y, entonces, una gran parte de ellos decidieron pasarse al PSOE para hacer carrera en la política. ¿Qué quedó de sus sofisticadas y abstrusas argumentaciones? Pues, seguramente, sólo el poso antiamericano, claramente simplista, que recogió magistralmente Jean Luc Godard en su filme «La Chinoise»: la idea de que «el imperialismo norteamericano ataca con napalm a los comunistas en Vietnam y pacta y comercia en cambio con los comunistas de Moscú». Un sedimento que ahora, aprovechando la necesidad que tiene Sánchez de desmarcarse de Trump, se extiende como un reguero de pólvora. Claro que lo malo es que todo esto tendrá un precio.
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