El trípode
Una «progresista» transferencia xenófoba
Sánchez se está convirtiendo en un servil instrumento al servicio del separatismo más rancio, identitario y xenófobo por su ilimitada ambición de poder
Sánchez se está convirtiendo en un servil instrumento al servicio del separatismo más rancio, identitario y xenófobo por su ilimitada ambición de poder y su ego que no le permite asumir que está al servicio de los españoles y no al revés. La transferencia de la competencia exclusiva del Estado en materia de inmigración supone un paso absolutamente inaceptable en términos constitucionales y políticos. Por tratarse de una competencia de las establecidas en el artículo 149.1 ex CE, solo sería posible –teóricamente– a través del procedimiento previsto en el artículo 150.2 de la Carta Magna, es decir una ley orgánica de transferencia de la gestión de una materia de titularidad estatal. Pretender hacerlo con la inmigración resulta inaceptable además en las actuales circunstancias, al tratarse la política de inmigración de una política de gran importancia para la UE –que no existía al aprobar la Constitución– y que al incorporarnos al Mercado Común no tenía la importancia estratégica que posee en la actualidad. El control de los flujos migratorios a España, región fronteriza del Sur para la UE con libertad de circulación en su interior por el Tratado de Schengen, no pueden ser dejados en manos de una región española que no es sujeto de derecho de la UE a esos efectos.
Para no errar en el análisis conviene también tener presentes dos cuestiones directamente relacionadas con esta irresponsable concesión. Una es que se trata de un interés estrictamente político partidista de Puigdemont, a quien le ha salido un partido rival en Cataluña que en las pasadas elecciones municipales ha obtenido en Ripoll –«el Bressol, (la Cuna) de Catalunya»–, la mayoría absoluta frente a Junts que perdió la alcaldía. La hegemonía en el espacio del centro derecha separatista está en cuestión con Silvia Orriols Serra, líder de Aliança Catalana–formación sucesora del «Front Nacional de Catalunya»– y ahora alcaldesa de Ripoll. Su partido tiene una identidad política calificada como de extrema derecha xenófoba e islamófoba que ha hecho del control de la inmigración su bandera. Los de Puigdemont están amenazados por su ascendente en Cataluña y en particular en la Girona interior, la cuna de Puigdemont. Como ven todo muy «progresista», como es el sanchismo. Si a todo ello le añadimos que el control de las fronteras es una competencia estatal indelegable, estrechamente vinculada a la soberanía nacional y por tanto con el control de los flujos migratorios, tenemos un cuadro completo de la insostenible cesión que le ha efectuado su investido inquilino monclovita. En cualquier caso ni Podemos ni posiblemente Sumar votaran esa Ley Orgánica. Y el PSOE de palmero.
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