Opinión

A propósito de su físico, Puente

Dedico unas líneas a nuestro Homo politicus Neanderthalensis que, contra lo que puedan suponer no data del paleolítico medio, sino que nació en Valladolid en 1968

En el cimbreante y caprichoso escenario de la política española, donde el carisma y la imagen pesan mil veces más que las propuestas, la retórica y la moral, hay una figura que se yergue entre las otras y no es por su elocuencia shakespeariana, ni por sus hallazgos filosóficos en pos de la comunidad, no es por su bondad ni por su fuerza, ni por su belleza, ni siquiera lo es por sus trajes sastre o la ausencia de los mismos, sino por algo mucho más profundo, muchísimo más remoto…¡prehistórico!.

Él, con la devoción que solo la historia evolutiva, la filogenia y las delicias de la antropogénesis, y todo lo que se refiere a los misterios del proceso que condujo al surgimiento del Homo sapiens como una especie distintiva dentro del orden de los primates, es el único que ha sabido inspirar a una amante del conocimiento y la verdad como yo.

Por eso, dedico unas líneas a nuestro Homo politicus Neanderthalensis que, contra lo que puedan suponer no data del paleolítico medio, sino que nació en Valladolid en 1968.

Antes de que sus cejas se arqueen, Sr. Puente (en un arco supraciliar tan prominente que digo yo que jugará un papel preponderante en la protección de los ojos o en el soporte de unos músculos masticatorios hercúleos), aclaremos que esta serenata brota de un manantial de simpatía y fascinación, jamás de escarnio. Por otra parte, Óscar, ser el más de algo, lo que sea, es un valor, y un honor.

Después de todo, ¿quién podría resistirse al encanto de vincular el noble linaje de nuestro socialismo con el ímpetu y tenacidad de aquellos que, hace miles de años, dominaron Europa con sus hogueras, su destreza y su infatigable adaptabilidad?

Nuestro ministro no es un simple tributo a la robustez craneal o resistencia física, cualidades indudables de estos seres que, exceptuándole a él, vivieron aproximadamente entre 400,000 y 40,000 años atrás. Va más allá, evocando la resiliencia, la capacidad de adaptación y, sí, posiblemente el pensamiento simbólico. Es, en definitiva, un homenaje a la obstinación de estos primos lejanos que sobrevivieron una eternidad en condiciones adversas, recurso indispensable en el partido de Sánchez.

En los debates y comparecencias, su presencia imponente y su voz resonante no hacen sino recordarnos que, en algún recóndito rincón de nuestra configuración genética y ADN, todos llevamos un poco de ese espíritu salvaje y apasionado que una vez caminó por las estepas heladas de la primigenia Europa y el Asia Occidental.

Con una sonrisa en los labios, juguemos a imaginarlo en los pasillos del Congreso, móvil por garrote entre las manos, atizando en X (antes Twitter) como quien sabe que, en la refriega de la política, ser subestimado por un aire "primitivo" puede ser la ventaja más sofisticada.

Nota: esta columna no ha de ser recogida como insulto por los trabajadores del Ministerio de Transportes: lejos de sugerir que nuestro político sea menos desarrollado, evolucionado e incluso menos progre (los neandertales eran una especie admirable, poseían una rica cultura material y una capacidad para la innovación y el comportamiento social complejo que hay que poner sobre la mesa.), la intención es ser más inclusivos, celebrando la diversidad y riqueza de la condición humana, que permite a algunos de nosotros reflejar, con orgullo, el legado de todas las especies que nos precedieron en el arco evolutivo.

¡Brindemos! (con copas de piedra, por supuesto) en honor a nuestro inesperado Puente o eslabón, una criatura visceral, que llega para darnos muchos disgustos, o alegrías, según se mire, esta legislatura. Que su liderazgo y su visión para el futuro de España sean tan amplios como lo era el mundo para aquellos que, sin saberlo, nos enseñaron el verdadero significado de la supervivencia y la adaptabilidad.

No olvidemos a Darwin, que en la política, como en la evolución, no se trata de quién parece más moderno o es más guapo, sino de quién logra adaptarse y aguantar.