Y volvieron cantando
Los que serán calcinados te saludan
La número dos del ejecutivo sanchista muestra unos síntomas de agotamiento y sobre todo de desfase.
A estas alturas de película en el reciente socialismo español resulta tremendamente difícil encontrar un solo nombre entre las guardias pretorianas de Sánchez, –las de antes y las de ahora– que no haya terminado arrumbado en el rincón del olvido los primeros, bien es cierto que en algunos casos disfrutando de placidos retiros, o que no estén experimentando un más que manifiesto calcinamiento en el caso de los segundos a mayor gloria del líder. De entre todos ellos –y el elenco es bastante amplio– viene a destacar en las últimas semanas y de manera muy especial la figura de la actual vicepresidenta primera y ministra de Hacienda María Jesús Montero, beneficiaria de toda la carga de poder político vacante en el entorno de Sánchez tras la abrupta expulsión de José Luis Ábalos del sillón más cercano al todopoderoso timonel del actual socialismo español. Durante el último año y coincidiendo curiosamente con el aniversario de la «espantada reflexiva» del profundamente enamorado Sánchez, Montero ha pasado de ser la incontestable número dos del Gobierno y del PSOE con capacidad casi ilimitada de maniobra, a convertirse en una, a veces histriónica marioneta, candidata los fines de semana en una precampaña adelantada en Andalucía que le va a resultar eterna y vocera en la amplificación y hasta exageración de mensajes oficiales de lunes a viernes desde la plataforma gubernamental. La número dos del ejecutivo sanchista muestra unos síntomas de agotamiento y sobre todo de desfase que recuerdan a esas muñecas robóticas a las que se les cruza un cable y comienzan a actuar ignorando las pautas del propio programador. No se trata solo de la burda puesta en cuestión de la presunción de inocencia, de la enseñanza en centros y universidades no públicas o de la sanidad privada empezando por los propios profesionales, sino de la impostura cargada de sobreactuación con que se conduce el hilo argumental por parte de una vicepresidenta que ya sorprendía el año pasado al propio Sánchez durante su retiro «reflexivo» con aquellas alharacas llamándole a seguir solo superadas por la «sesuda» reflexión del ministro Puente mostrando a su líder como «el puto amo». Montero no está en su mejor momento, las expectativas de desbancar a Moreno Bonilla de San Telmo son escasas, acusa desgaste de materiales y lo peor es que Sánchez hace tiempo que los sabe.