Cuartel emocional

De repente, él

Sánchez sigue dedicándose a una política exterior de la señorita Pepis porque se cree Roosvelt

Nadie nos acordábamos de él, creo yo, y de repente sale haciendo declaraciones. Tejero, el del intento de golpe de Estado en aquellos años de tímida andadura de la joven democracia española, reaparece no sabemos muy bien cómo y dice que el Rey Juan Carlos “tenía preparado un gobierno con el general Armada” y que él organizó el teatro. Armada, como bien dijo Sabino, “ni estaba ni se le esperaba”, y esta boutade del viejo guardia civil le viene como anillo al dedo a la izquierda para echar barro sobre la Monarquía -ahora que la Princesa la está poniendo en valor-, esa izquierda que ya ha pactado su coalición con Sánchez a base de bajar el horario de trabajo semanal, ampliar permisos de paternidad, subir el salario mínimo y, en fin, una serie de cuestiones para jorobar al empresariado y hacer que la tasa de paro aumente con estas condiciones insostenibles que la risueña Yolanda impone para que el presidente en funciones forme gobierno. También quieren dificultar el transporte aéreo y obligarnos a viajar en tren, en un intento de manejar al ciudadano a su capricho con el pretexto de las emisiones antiecológicas y otras vainas. Sánchez, mientras tanto y sin prisas para la investidura, sigue dedicándose a una política exterior de la señorita Pepis porque se cree Roosvelt, al tiempo que sus estólidos palanganeros –insisto en este término que el curioso lector debe investigar-, perseveran en pactar amnistías e independencias para sostener al jefe en su trono aun a sabiendas de que los puede dejar colgados en cualquier momento, como ocurrió con el bueno de Iván Redondo, ex director de Gabinete de Moncloa, quien le aupó al estrellato. Su nuevo gurú, un tal Aleix Sanmartín, tiene contrato hasta final de año, dando por hecho que habrá acuerdo con los indepes y que no se producirá una nueva convocatoria electoral. El ministro de Exteriores, con su carita de seminarista de posguerra, sigue intentando que las exigencias separatistas se hagan realidad negociando que el catalán sea aceptado en Bruselas como idioma oficial de las comunicaciones de la Unión Europea, cosa que se rechaza repetidas veces. Una retahíla de despropósitos insuficientes para un Puigdemont que reclama el reconocimiento de la “nación catalana” en un acuerdo paralelo a la amnistía.

Marlaska, por su parte, lidia el tema de la llegada de pateras a Canarias, en las islas más pequeñas del archipiélago donde hay más inmigrantes que oriundos cosa que en Alemania el canciller Scholz ve insostenible para su país e intenta agilizar repatriaciones, considerando insostenible dar vivienda, condiciones salubres y dinero para comer a las oleadas de refugiados arribados al país en estos últimos tiempos. Todos sabemos lo que son las razones humanitarias las que mueven a dar acogida a estas pobres gentes, pero no se puede dejar de reconocer que las situaciones son insostenibles por mucho dolor de corazón que nos produzcan, sin olvidar que el presupuesto se va a veces en tontunas muy populistas, como el bono cultural para los jóvenes, una iniciativa a la que apenas han hecho caso, como la última subida del SMI que sólo ha generado una notable disminución en contrataciones y un gran aumento de destrucción de empleo. No sé si la ministra del ramo tiene el dato, pero ya puede estar contenta con los resultados.

CODA. Ya se está preparando el estrado para que el martes la Princesa jure fidelidad a la Constitución y a las leyes, al Rey y a los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades autónomas, dando cumplimiento así al artículo 61.2 de la Carta Magna. Pero no sabemos si los socios del gobierno de la ultraizquierda acudirán a la histórica cita. Los filoetarras ya se sabe que no y los separatistas catalanes tampoco. ¿Se perderá también Yolanda el solemne acto? ¿Podrá resistirse a estrenar modelo para la ocasión?¿Qué pasará con Irene y su colega la pálida Ione?