Al portador

El Sahara sin arena y España sin vivienda

«España es el país europeo en el que hay más inquilinos en riesgo de pobreza y el control de precios empeora la situación»

Milton Friedman (1912-2006), premio Nobel de Economía y referente liberal, explicaba con sorna que «si pones el Gobierno federal –en su caso de los Estados Unidos–a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena». Assar Lindbeck (1930-2020), economista y pintor, presidió de 1980 a 1994 el comité que concede el Premio Nobel de Economía. Muchos menos famoso, claro, que los premiados, defendía que «los controles de renta –de alquileres– parecen constituir la técnica más eficiente entre todas las conocidas para destruir una ciudad, con excepción del bombardeo». El exhaustivo informe presentado sobre el mercado de la vivienda elaborado por el Banco de España, presentado el martes, parece confirmar con datos las teóricas humoradas de Friedman y Lindbeck, que en las grandes ciudades españolas se convierten en una realidad casi trágica y deprimente. Al mismo tiempo, un estudio de Alquiler Seguros constata que los precios del alquiler han subido casi un 25% desde 2019, aunque hay zonas –Baleares, Tenerife, Barcelona, Madrid, Valencia y Vizcaya– en donde las alzas han sido muy superiores. Además, también en ese periodo la oferta de vivienda en alquiler se redujo más de un 17%.

Los expertos del Banco de España, con los datos en la mano y desde la prudencia, ponen en solfa la política de vivienda del Gobierno, con controles de alquileres en las zonas «más tensionadas», y las de los ayuntamientos que impiden o encarecen construir en muchos lugares. Admiten que el Gobierno tiene la intención de ayudar a los «hogares vulnerables» pero apuntan que control de precios puede generar «nuevos problemas de accesibilidad a la vivienda». Todo, sin olvidar que faltan más de 600.000 viviendas y que España es el país europeo en el que hay más inquilinos en riesgo de pobreza y que el gasto en vivienda es comparativamente más elevado. Mientras tanto, los árboles de las campañas electorales y las servidumbres a los socios extremistas –en Gobierno, Comunidades y Ayuntamientos»– ocultan el bosque del problemas de la vivienda, para el que sólo buscan medidas que podrían dejar al Sahara sin arena, según Friedman, o destruir ciudades, como ironizaba Lindbeck.