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El trípode

Sanchismo: ¿”Una mala noche en una mala posada..."?

El daño provocado por el sanchismo a la actuación política como servicio al bien común de la sociedad a la que se debe -y al régimen político en el que se materializa su actuación- ha sido enorme

Comienza hoy un nuevo curso político deseable -y posible- sea el último con Sánchez “instalado” en el gobierno (que no es lo mismo que “gobernando”). La pérdida de protagonismo exterior de quien pretendía ser un líder internacional “por hablar en inglés” ha sido una evidencia en el curso que oficialmente se cerró ayer con el final de las vacaciones. Los sanchistas atribuyen esa pérdida al haber priorizado “la política interna a la exterior” lo que es una manera suave de calificar lo sucedido. En realidad, es una simple consecuencia de la contradicción existencial de pretender conseguir protagonismo en un mundo occidental con la UE y la OTAN de instancias políticas de referencia obligada, mientras él encabeza en España un auténtico Frente Popular con el comunismo. Una ideología política condenada junto al nazismo por el PE, y razón de ser de la Alianza Atlántica para actuar frente a su expansionismo. El objetivo prioritario de Sánchez es seguir instalado en el poder por encima de cualquier otra consideración, sea ésta el interés general de España o el bien común de los españoles. Y para esa misión tiene a su servicio al sanchismo. Su papelón en La Haya pretendiendo liderar un frente “anti Trump” le ha granjeado la continuidad del apoyo de sus socios de Yolanda y sus 16 siglas de Sumar, además de las simpatías de los progresistas del Grupo de Puebla en Iberoamérica. Pero también queda retratado en Bruselas y Washington, donde ya solo engaña a los que quieren serlo, y que cada vez son menos. Lo grave es que su irrelevancia personal exterior daña a la reputación y el interés de España, que a estos efectos es lo único realmente importante. Perdido su crédito personal exterior, lo pendiente ahora es que pierda el de quienes le mantienen donde está para servir a sus intereses. Que es más complejo por cuanto será muy difícil que Otegi, Esteban, Puigdemont o Junqueras encuentren otro personaje como Pedro Sánchez para servirles. En cuanto a Yolanda Díaz y sus numerosos “sumandos” con sus no menos siglas todas ellas “plurinacionales y comunistas”, sobran comentarios al respecto. El daño provocado por el sanchismo a la actuación política como servicio al bien común de la sociedad a la que se debe -y al régimen político en el que se materializa su actuación- ha sido enorme, además del ejemplo proyectado a la sociedad. Donde la palabra dada ha perdido todo valor, así como la misma idea de la verdad que ha dado paso a una sociedad donde la posverdad parece instalarse. Es fundamental trabajar seriamente para que Sánchez haya sido para España “una mala noche en una mala posada”.