Big data

El sector agrícola en España pierde terreno pese a su importancia

La agricultura ecológica, ocupa 2,1 millones de hectáreas, lo que representa el 8,9% del total de la superficie agrícola

El campo español ha anunciado para las próximas semanas movilizaciones y «tracotoradas», como ya ha ocurrido estos días atrás en Europa –y principalmente en Francia, donde los agricultores han colapsado las principales carreteras, bloqueando y quemando camiones españoles ante la pasividad de las autoridades francesas–.

Tanto los agricultores europeos como los españoles protestan ante una situación en la que los costes de producción derivados de una «tormenta perfecta» están ahogando al sector. Al alza de los precios de la energía y los fertilizantes por la guerra en Ucrania, se une la sequía y, sobre todo, una política agraria común que prima más el medio ambiente que el agricultor y el ganadero. Si el campo se para, España –y gran parte de los europeos, ya que seguimos siendo la despensa de Europa–, no come.

Y es que, el Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula que la agricultura contribuyó con 2,34 puntos porcentuales al PIB en el ejercicio de 2022, por lo que la importancia de este sector es más que relevante, pero es que está describiendo un tendencia descendiente desde 2019, ya que en 2020 aportó el 2,81 por ciento del PIB y en 2021 el 2,73 por ciento.

El 4 de mayo de 2022 el INE publicaba el Censo Agrario correspondiente a 2020. Lo que nos permitió conocer que en el periodo 2009/2020 España perdió 74.925 explotaciones agrarias, pasando de 989.796 a 914.871. Esta reducción fue de un 7,6 por ciento. Aunque la superficie agrícola utilizada se incrementó en 160.994 hectáreas, subiendo de 23.752.688 a 23.913.682 hectáreas. Ambas circunstancias han contribuido a que se incremente la superficie media por explotación, de las 24,56 hectáreas en 2009 a las 26.37 hectáreas de 2020.

La tierra arable representa el 48,7 por ciento del total de la superficie agrícola, le sigue la correspondiente a pastos permanentes que supone el 31,5 por ciento. Entre las dos acaparan 19,2 millones de hectáreas, el 80,2 por ciento de toda la superficie empleada en la agricultura. Las otras 4,7 millones de hectáreas agrícolas se reparten principalmente entre el olivar (10,3 por ciento), frutales (5,37 por ciento) y viñedo (3,6 por ciento). Siendo el cultivo de tierra arables la que en mayor número de hectáreas ha crecido, en 413.354 exactamente, seguida por la de olivar, con 310.693 hectáreas y la de frutales, con 246.880 nuevas hectáreas, aunque es esta última la de mayor aumento relativo, pues se ha ampliado su superficie en un 23,8 por ciento, seguida del olivar en un 14,4 por ciento y la de tierras arables en tan solo un 3,7 por ciento. Apreciándose un importante retroceso de 844.307 hectáreas en pastos permanentes, que ha menguado en un 10,1 por ciento su superficie de 2009.

Aunque la mayor escalada la encontramos en otro tipo de agricultura, aún minoritaria en hectáreas pero con un elevado potencial de crecimiento; se trata de los invernaderos, cuya superficie ha aumentado en un 42,1 por ciento en este periodo, pasando de 45.700 a 64.925 hectáreas.

En cuanto a la agricultura ecológica, ocupa 2,1 millones de hectáreas, lo que representa el 8,9 por ciento del total de la superficie agrícola española. Siendo los frutales y el viñedo donde mayor penetración tiene, pues ya supone el 19,7 por ciento y 14,1 por ciento, respectivamente de estos cultivos. Seguidos por los pastos permanentes y el olivar, con el 10,4 por ciento y 9,0 por ciento del total de estos. Los invernaderos aún quedan rezagados, pues sólo el 8,2 por ciento de los mismos se dedica a la producción ecológica.

El campo es un sector muy masculinizado, el hombre es mayoritario al frente de las explotaciones agrícolas españolas, el 71,4 por ciento son varones, frente al 28,6 por ciento que son mujeres; 653.237 frente a 261.634.

En 2020 el 80,5 por ciento de las ayudas que se concedieron para desarrollo rural se repartieron en tres modalidades: la primera, con el 37,6 por ciento fueron pagos para compensar a los agricultores por la totalidad o una parte de los costes adicionales y las pérdidas de ingresos como consecuencia de las limitaciones que supone la producción agrícola.

En segundo lugar, con el 31,5 por ciento, la dirigida tanto al mantenimiento como a la promoción de los cambios necesarios en las prácticas agrícolas que contribuyan positivamente al medio ambiente y al clima y en tercer lugar, con el 11,4 por ciento a la agricultura ecológica.