El trípode del domingo
El siglo XIX y la Monja de las Llagas
Acabar con el católico imperio español será objetivo prioritario de las logias nacidas del laicismo anticristiano de los revolucionarios franceses
El siglo XIX es un tiempo reconocido como el parteaguas que divide la España del siglo anterior –hasta ese momento todavía referente señalado de la cristiandad occidental–, de la España posterior. Acabar con el católico imperio español será objetivo prioritario de las logias nacidas del laicismo anticristiano de los revolucionarios franceses, que comenzarán en dicho siglo para culminar al finalizar el mismo, en 1898. España, vecina de Francia, será sometida a la imposición de los principios laicistas de los revolucionarios para transformar una sociedad previamente teocéntrica –que tiene a Dios (Theos) como centro, medida y referencia de toda la creación, en particular de la sociedad humana– a una sociedad antropocéntrica (antropos= hombre), donde el hombre ha desplazado a Dios en ese papel central. Serán los españoles «afrancesados» de la Ilustración, la «quinta columna», los que acompañarán a los ejércitos franceses de la invasión napoleónica en la consecución de ese objetivo descristianizador.
El levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 culminará con la derrota militar del invasor, y finalmente con la Restauración en el trono de Fernando VII tras Waterloo y el Congreso de Viena. España vivirá un siglo XIX en tensión política y social permanente, consecuencia del final del Antiguo Régimen absolutista y la implantación de un nuevo régimen monárquico, liberal y parlamentario. Pero el componente religioso será determinante para entender esa tensión en su profunda realidad. Las logias realizarán una sangrienta persecución de la Iglesia para intentar acabar con su extraordinaria importancia en la creación de la identidad nacional e histórica de España, unida indisolublemente al catolicismo. En ese contexto, una mujer, Sor Patrocinio (1811-1891), religiosa concepcionista franciscana, será el referente de esa persecución, no por su (inexistente) activismo político, sino por su testimonio heroico de fe vivida con humildad y sacrificio. Marcada por las llagas a imagen de Jesucristo, fundadora y reformadora de hasta 19 conventos en España y Francia, su influencia en la conversión de la Reina Isabel II y su mediación en el matrimonio de los Reyes –de los que se ganó una auténtica y profunda amistad– la convirtió en el chivo expiatorio de sus enemigos políticos, con numerosos destierros y exilios, siendo protagonista viva de aquel tiempo atormentado.
Javier Paredes, Catedrático Emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares es, sin género de duda, su mayor conocedor. Su biografía de Sor Patrocinio de más de 500 páginas es un recorrido extraordinario por la vida admirable de esta monja y por la Historia de aquella atormentada España.
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