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La soledad del Rey y otros indicios

«El Gobierno repite, con más o menos sutileza los desplantes a Felipe VI, que los encaja con serenidad constitucional»

Solón (638-558AC), uno de los Siete Sabios de Grecia, también autor de la Constitución Ateniense del año 594AC, advertía: «Sírvate lo aparente como indicio para lo no aparente». Lo aparente, lo ha visto todo el mundo y ha llamado bastante la atención, es que Felipe VI ha realizado un viaje de 72 horas a las repúblicas bálticas para visitar a las tropas españolas –integradas en la OTAN– destinadas allí, y no fue acompañado por ningún ministro, excepto en las cuatro últimas horas, cuando apareció, «a regañadientes», la ministra de Defensa, Margarita Robles. La Constitución determina que los actos del Rey deben estar refrendados por el Gobierno, algo que en viajes y actos públicos se solventa con la presencia de un ministro, como ha ocurrido desde antes incluso de la aprobación de la Carta Magna hasta hace poco. Lo ocurrido en las repúblicas bálticas, no es nuevo. Ha habido dos ocasiones recientes, en viajes a Iberoamérica en los que a Felipe VI fue flanqueado por un alto cargo, pero que no se sienta en el Consejo de Ministros, lo que implica una interpretación más que discutible de lo que es el Gobierno.

Lo no aparente son ciertas actitudes y en su caso desplantes, más o menos sutiles, del presidente y de su entorno con la figura del Rey, que el Jefe del Estado encaja con serenidad constitucional. Lo que también es menos aparente, a pesar de ser público, son diatribas antimonárquicas como la de Ignacio Sánchez-Cuenca, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Carlos III y ariete sanchista. En un artículo, publicado en El País justo cuando el Rey seguía solo en las repúblicas bálticas, se regodeaba en explicar cómo «España es el único país de pasado conflictivo organizado el Estado con un rey a su cabeza». Todavía más, defiende que el discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, en el punto álgido del «procés» «lejos de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, contribuyó a agravar la crisis política que se vivió aquel otoño». No lo escribe un forofo de Yolanda Díaz, de Podemos o de los «indepes», sino un defensor acérrimo y permanente de Pedro Sánchez y de sus políticas. Puede ser casualidad, pero también podría entenderse como un indicio claro de lo no aparente –o menos aparente– según la advertencia del sabio Solón.