La situación

Los sustanciales regalos del PP

Vox vive de ser el que más chilla (como Podemos al otro lado del espectro político). Y al PP el ruido le espanta y le resta votos (como al PSOE al otro lado del espectro político)

Días antes de las elecciones del 28 de mayo, el ejercicio de realismo que el PSOE hacía en privado –el argumentario público era que ganarían las elecciones– consistía en conformarse con retener la alcaldía de Sevilla y recuperar la de Barcelona. Las urnas no dieron a los socialistas ni lo uno ni lo otro. Y tampoco la victoria en número total de votos en España, a pesar del dinero que los contribuyentes entregamos a Tezanos para que haga encuestas. Hoy, Sevilla tiene un alcalde del Partido Popular, igual que las siete restantes capitales de provincia de Andalucía.

Y este fin de semana, el PP ha entregado a los socialistas las alcaldías de Barcelona y de Vitoria. Gratis. Es innecesario apuntar que no se trata de regalos de entidad menor. Son sustanciales, equivalentes al que ya hicieron los populares cuando convirtieron en lendakari vasco a Patxi López en 2009 a cambio de nada, circunstancia que López odia recordar.

Feijóo consigue así, aunque solo sea parcialmente, fisurar el discurso socialista de que los populares son indistinguibles de la extrema derecha, después de su pacto con Vox en la Comunidad Valenciana y algunos otros en determinados ayuntamientos. La necesidad aritmética que pudiera tener el popular valenciano Carlos Mazón para ser presidente no minimiza el daño político que tal pacto puede hacer al PP en las elecciones generales, dada la sectaria incontinencia verbal de algunos dirigentes de Vox, encantados de haberse conocido y empeñados en convencernos, por ejemplo, de que la violencia de género no existe. Y la Tierra es plana. Tan leal es Vox con el PP, que ya ha provocado la primera crisis de gobierno en la Comunidad Valenciana, sin que todavía haya gobierno.

Vox vive de ser el que más chilla (como Podemos al otro lado del espectro político). Y al PP el ruido le espanta y le resta votos (como al PSOE al otro lado del espectro político). Igual que el PSOE ha perdido el 28 de mayo y puede perder el 23 de julio por sus malas compañías, el PP corre el riesgo de experimentar el mismo proceso, dado el peligro de determinadas amistades.