Mirando la calle
Tradwifes
«Cada mujer es única y puede preferir trabajar dentro, fuera o dentro y fuera de casa»
En el verano del 2024 están de moda las tradwifes. Para cualquier mujer como yo, que lleva la vida entera reivindicando la igualdad entre hombres y mujeres, el termino «tradwife» (esposa tradicional), enciende todas las alarmas. No es que no me parezca lícita la fórmula de que la madre se quede en casa a cuidar de sus hijos, si lo desea, sino que el planteamiento de volver a tiempos pasados y recuperar la sumisión y la aceptación de la inferioridad con respecto a los hombres, me asusta. Mirando un poco más allá de la influencer española RoRo Bueno, que ha puesto el asunto en nuestro mapa, y creo que no es más que un producto marketiniano destinado a vender en las redes, sin ningún contenido ideológico, nos encontramos con que tras algunas tradwifes internacionales (sobre todo anglosajonas), que abandonan sus carreras profesionales para dedicarse en cuerpo y alma a sus familias, hay planteamientos ocultos de políticas de extrema derecha, defensoras a ultranza no solo de las tradiciones, sino también del nacionalismo supremacista blanco y de una forma de sociedad que emerge de la desigualdad absoluta. De hecho, el origen del movimiento se encuentra en ese hilo antifeminista que apareció en las redes hace seis años, llamado Red Pill, y que a tantos nos generó no solo alerta, sino también rechazo. Sin embargo, no me gustaría que el feminismo por el que siempre he luchado olvidara que cada mujer es única y puede preferir trabajar dentro, fuera o dentro y fuera de casa, sin que nadie deba censurar su criterio. Cuando Cris Hemsworth le agradeció a Elsa Pataky que hubiera renunciado a sus sueños de cine por su familia hubo muchas feministas que se echaron las manos a la cabeza, sin considerar que eso era lo que les hacía felices a los dos. La vida es una ley de compensaciones. Y nadie es quien para imponer lo que le debe compensar a cada cual. Tampoco en nombre del feminismo. Así que, no a las tradwifes adoctrinadoras, y bienvenidas las mujeres libres, capaces de elegir fórmulas tradicionales o innovadoras, independientemente de lo que digan los demás.
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