
El trípode
Una tragedia promovida por maléficos intereses
El presidente francés ha convocado otra con los países que se quejaron de no haber sido invitados para la anterior, y de paso ha incorporado a Canadá, que de momento no consta ni que sea el 51º Estado de la Unión estadounidense ni el 28º de la Unión Europea.
Al parecer no ha sido suficiente la «cumbre» convocada por Macron el lunes pasado en París, para mostrar la incapacidad europea de adoptar siquiera una posición común como respuesta a la cumbre prevista entre Trump y Putin en Riad, para acabar con la guerra en Ucrania (marginando a la UE). Así que el presidente francés ha convocado otra con los países que se quejaron de no haber sido invitados para la anterior, y de paso ha incorporado a Canadá, que de momento no consta ni que sea el 51º Estado de la Unión estadounidense ni el 28º de la Unión Europea. Macron está aprovechando la incapacidad de su colega el canciller Scholz, –con quien conforma el eje París/Berlín sobre el que ha pivotado la UE– para esta labor, al tener el domingo elecciones generales en Alemania y no poder convertir esta patética situación en un acto de su campaña. Sobre todo, cuando las encuestas le dan como claro derrotado incluso por la AfD. Por otra parte, el presidente francés intenta marcar perfil propio ante su endeble situación política interior con cuatro PM en un año y el fracaso de sus elecciones legislativas convocadas anticipadamente en 2024. Es una prueba más de la desorientación en la que se encuentra sumida Europa regida por unos burócratas desde Bruselas, y carente de líderes que parecen no haberse enterado de que vanagloriarse de su «pacifismo de salón» es muy propio de su «progresismo woke», pero no es la mejor política en un mundo que todavía no es precisamente «el reino de los Cielos en la tierra». Ha sido tan cómodo como una flagrante irresponsabilidad haberse desentendido de su propia seguridad y defensa tras haber experimentado dos guerras mundiales el pasado siglo y que quien les libró de la derrota fue precisamente el aliado norteamericano. Y con su protegido Zelenski tan democrático que no tiene oposición al haberla ilegalizado y sin convocar elecciones por la guerra, que se permite descalificar a Trump diciendo que vive inmerso en una «burbuja de desinformación», lo que sería para reír si no fuera para llorar. Y, por si fuera poco, –con una corrupción más que conocida–, dice que no reconocerá ningún acuerdo entre Rusia y EE UU si él no participa. Sin duda estará presente para que no deba enterarse de su contenido por los medios, aunque su sumisión a la administración Biden y al «deep state», promotores de la revolución de Kiev de 2014, –que fue un auténtico golpe de Estado– es la causa originaria de la guerra actual. No estamos ante una película de «buenos y malos» sino ante una tragedia promovida por maléficos intereses.
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