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La banca andorrana en Europa

La Razón
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En Andorra, el país ubicado en los Pirineos, definitivamente se marca la hora europea y su banca, profesional y estable, con larga trayectoria y reconocida experiencia gestionando patrimonios, prestando servicios y despuntando en productos financieros, se ajusta ya a los estándares de la Unión Europea (UE) tras el Acuerdo Monetario suscrito. El Gobierno andorrano ya trabaja trasponiendo la directiva europea y la reglamentación para aplicar los cánones de solvencia de Basilea III.

Andorra no podía caminar sola. Su vinculación con la UE constituía una exigencia para integrarse en uno de los grandes bloques económicos mundiales, aunque manteniendo su autonomía como país soberano y sus tradiciones. Y ese paso imponía adaptarse a las reglas de juego alineando su ordenamiento jurídico y adecuando su fiscalidad a los requisitos de la zona euro.

Sin embargo, Andorra cuenta con una ventaja primordial: su política fiscal y su sistema tributario es comparable y homologable con el resto de países de la UE, aunque resaltando su suavidad al huir de tipos máximos tanto en el impuesto sobre las rentas de las personas físicas como en el de sociedades, esquivando excesos legislativos, evitando presión fiscal directa e indirecta, poniendo las cosas simples y fáciles, invitando a inversores foráneos a interesarse por su sistema financiero y caracterizándose por su seguridad jurídica.

El 21% del valor añadido bruto andorrano se cimienta en su sector de banca y seguros, por lo que Andorra forja una industria financiera robusta, con una solvencia elevada, del 10%, y una liquidez envidiable, del 40%, según establece su propia regulación.

Andorra sabe que su visibilidad internacional tiene que venir a través de su sistema bancario. De ahí, la gradual internacionalización de su banca, presente en trece países de cuatro continentes. Este posicionamiento le facilita una diversificación del negocio muy determinante, contando con una cartera de productos y estrategias financieras transnacionales y conociendo diversos mercados y su operativa, lo que redunda en beneficio de su clientela.

Para el sector financiero andorrano tener que ajustar sus esquemas de funcionamiento a los requisitos de Bruselas ha supuesto un desafío y una excelente oportunidad de dar el salto adelante, explicar su modelo bancario en Europa y abrirse al mundo.

Si el presente de Andorra viene dado por la trascendencia de su sistema financiero, su impecable calidad, su funcionamiento ejemplar, su positiva evolución y su innata profesionalidad, su conocimiento de la banca privada y su exitosa gestión de patrimonios, el mañana de Andorra, como plaza internacional, como centro de negocios, como país robusto en lo económico se escribe a través de su industria financiera. El futuro de la Andorra europea, moderna y pujante, tecnológicamente avanzada, semillero empresarial, propiciando un hábitat confortable para el establecimiento y localización de empresas nacidas en el propio Principado o trasladadas allí gracias a sus indudables ventajas operativas, se escribe ya y se escribirá gracias a su industria financiera.

Siempre digo que Andorra debe tomar lo bueno de España y Francia, pero fijar su GPS en dirección a Irlanda y Luxemburgo. De Irlanda, hay que aprender del mimo con que ha creado una base operativa muy cómoda, y amigable para que radiquen en ella compañías multinacionales, creando puestos de trabajo de calidad, desarrollando actividad de mucho valor añadido y fomentando un sistema universitario de referencia. De Luxemburgo, ha de inspirarse en la seriedad de una recia industria financiera.

Si a esas fortalezas que hacen de Andorra un país sólido y solvente, abierto y dinámico, con una economía briosa, resistente a golpes críticos, se agrega también una serie de atractivos naturales, la suma resultante es muy poderosa y convierten a Andorra en un destino formidable para invertir en términos meramente financieros o con espíritu empresarial.

Porque Andorra es próximo geográfica y lingüísticamente y ofrece un peso liviano de su administración pública, soslayando «fabricar» una sobrecargada industria política gracias a lo cual se regatea el déficit público y se controla la deuda pública, salvoconducto a prueba de exageradas reformas tributarias que se inclinen por impuestos elevados.

Otrosí, la estructura empresarial de Andorra se caracteriza por el predominio de pequeñas y medianas empresas, en consonancia con el resto de Europa. Hacer de Andorra un país de servicios de calidad y alto valor añadido, al socaire de una industria bancaria potente y seria, permite aspirar a que más tarde o más temprano se convierta en sede operativa y financiera de grupos empresariales europeos, desterrando de una vez por todas aquellos viejos fantasmas de paraíso fiscal que, han quedado absolutamente proscritos y desterrados de la nueva Andorra europea.

Pongamos, pues, los relojes andorranos marcando la hora europea, la del presente intenso y la del mañana apasionante. La nueva era andorrana justo inicia su despegue de la mano de su banca.

* Profesor de la Universitat de Barcelona