Joaquín Marco

Mirar hacia otro lado

Venezuela se encuentra en práctica suspensión de pagos, fruto de una política que fructificó en los años de Chávez, pero que ha hundido al país en el desabastecimiento y en una gravísima división política durante el mandato de Maduro

La Razón
La RazónLa Razón

Mal les pese a algunos la economía de los EE UU sigue dominando el mundo globalizado al que se nos ha conducido y los problemas de una Europa que se tienta las ropas sin descubrir sus diversas heridas pueden pasar casi desapercibidos. Hemos abandonado la política, el mundo de las ideas más o menos utópicas, sustituyéndolas por la economía que no acaba de ser ni científica ni racional, aunque tanto aproveche a una minoría. Años atrás el interés estadounidense por los países del Sur del Continente americano, después de varias intervenciones armadas directas e indirectas, disminuyó al tiempo que crecía su inclinación por Asia, donde economías como la china o la india suponían un reto y un beneficio mucho mayor que las fragmentadas e inconstantes naciones latinoamericanas. El reciente viaje simbólico del presidente Obama a Cuba viene a confirmar que este país, dícese revolucionario, no significa ya otra cosa que un atractivo y diminuto mercado donde poder invertir sin apenas riesgo. España, que fue quien más invirtió y arriesgó en la Isla en años muy duros, ha quedado relegada como consecuencia de idearios que aún se refugian en el ámbito de las buenas intenciones. Pero los negocios son los negocios, según el viejo lema estadounidense. Pocos ponen en duda, sin embargo, que hacia 2050 los BRICS (Brasil, China, Rusia e India) alcanzarán el 44% del PIB mundial e India, ya en 2043, superará a los EE UU. Estas proyecciones (la prospectiva tampoco es ciencia exacta) están sujetas a errores porque dinero y riqueza son tan inconstantes como la luna, según los anónimos autores de «Carmina Burana». Brasil, el gigante en la zona, atraviesa un mal momento económico. No es únicamente su muy delicada situación política con Lula casi ministro, acusado de enriquecerse a costa de Petrobras y Dilma Rousseff al filo del «impeachement» tras la pérdida del apoyo de los diputados de su socio, el PMDB. El Partido de los Trabajadores, que tantas alegrías dio a treinta millones de pobres que salían de las míseras favelas hasta alcanzar casi una modesta clase media, se ha derrumbado como buena parte de la izquierda populista hispanoamericana.

Obama corrió también a saludar al nuevo ocupante de la Casa Rosada, en la Argentina, el millonario Mauricio Macri, aunque se le había adelantado ya Hollande con su visita del pasado febrero, cuya dedicación a los países hispanoamericanos es más que significativa. Había visitado con anterioridad Cuba y recibido con honores en París a un Evo Morales, que no renovará mandato, en una gira que le llevó a Berlín, Dublín y Roma. Tampoco se quedó atrás Matteo Renzi cuando el pasado año recibió a Raúl Castro en Roma. A estas aproximaciones al Nuevo Continente no resulta ajena la nacionalidad y la diplomacia del Papa Francisco, buen conocedor de los hilos que se movieron en el populismo peronista. Pero el Brasil olímpico, sacudido por escándalos de corrupción, se halla en un decrecimiento del 3,8% en este año o del 3,5 si elegimos las cambiantes cifras del FMI. Tampoco en Colombia, otro de los países en recesión, se esperan sustanciales mejoras para el próximo año. De hecho, el FMI entiende que Latinoamérica decrecerá hasta un 0,3% o quedará en un 0%, según el Banco Mundial, cuando se estimaba que llegaría a alcanzar una expansión del 1,5% en 2016, aunque ya en el año anterior había disminuido un 0,9%. La crisis de la zona es fruto de circunstancias económicas globales, pero decisiva en determinados países debido a la poco explicable caída en picado del precio del petróleo y de otras materias primas, a lo que hay que añadir las anunciadas alzas de los tipos de interés de la Reserva Federal de los EE UU que amenazan incrementar los intereses en dólares de las abultadas deudas públicas.

Venezuela se encuentra en práctica suspensión de pagos, fruto de una política que fructificó en los años de Chávez, pero que ha hundido al país en el desabastecimiento y en una gravísima división política durante el mandato de Maduro. El brusco giro de la política económica argentina se ha visto acompañado de las habituales rupturas en las instituciones que formalizaron alianzas supranacionales. El mundo latinoamericano se encuentra en una ebullición que se observa desde Europa y en menor grado desde los EE UU como circunstancia propicia a las inversiones. Llegó la hora de sustituir a los asesores políticos del populismo por hombres de negocios. México, de quien se repite siempre que su mayor desgracia es estar tan cerca de los EE UU (y la campaña del candidato republicano estadounidense lo confirma), pese a la crisis y problemas de todo signo, se estima que crecerá un 2,6% en el presente año y un 2,9% en el próximo, según el FMI, quien entiende que este país y Corea del Sur (que ha anunciado ya un plan de inversiones públicas) son los emergentes mejor colocados para un despegue. Cabe decir a todo ello que España está dejando pasar oportunidades históricas con una visión cortoplacista, inmersa en sus problemas internos. Los lazos históricos no pueden reducirse a estar presente en Puerto Rico para defender la unidad de la lengua, encomiable y exitosa tarea de las Academias, o celebrar el octogésimo aniversario del peruano Mario Vargas Llosa, ya madrileño. Sin gobierno a la vista, mirando hacia otro lado o a ninguna parte, tiempos decisivos acabarán pasando factura.