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Letras líquidas

Trump y el tiempo (según Proust)

No transcurrió el tiempo con la misma velocidad para quienes tomaban una cerveza al sol y presumían de recuperar las bondades de lo analógico

Aunque es la magdalena mojada en el té la imagen icónica que sostiene desde hace décadas el poder evocador de los sentidos, Proust dejó otras muchas metáforas para explicar la flexibilidad y la relatividad del tiempo. Un simple tropiezo accidental en plena calle por una irregularidad en el suelo traslada a uno de los protagonistas de «En busca del tiempo perdido» a Venecia, al conectarlo con las baldosas del baptisterio de San Marcos que una vez pisó, en otra ocasión es el tacto de unas botas de piel la cápsula que contiene la dulzura de una abuela. Cruces sensoriales y emocionales que comunican el ayer con el hoy y que remarcan la subjetividad del tiempo: entendido no como algo lineal, sino con un carácter más íntimo y personal.

A veces transcurre lento y pesado, como si no avanzara, y otras va tan rápido que creemos que vuela: una experiencia común a los seres humanos que podrían explicar muy bien y relatar con todo detalle quienes pasaron minutos u horas atrapados en ascensores, túneles o trenes el día del gran apagón. Siglos les debieron parecer. No transcurrió el tiempo con la misma velocidad para quienes tomaban una cerveza al sol y presumían de recuperar las bondades de lo analógico, para ellos solo fue un festivo por sorpresa, mientras otros sufrían por la ausencia de información de sus familiares, por recorrer a pie kilómetros para recoger a sus hijos del colegio o volver a sus casas o por la angustia de quienes tenían que operar con generadores o dependían de una máquina para respirar. Escalas de medición diferentes.

Y, en ese paso del tiempo, ha quedado algo deslucida, precisamente por el fundido a negro peninsular, la efeméride de los cien días de Trump en la Casa Blanca. En ese afán por captar la realidad en convenciones temporales, y que sirven como referencia para evaluarla, nos empeñamos en acotar el inicio de su gestión-huracán para constatar todos los cambios. La rapidez en la ejecución de movimientos que rompen convenciones de décadas, y que van desde la cruzada contra la inmigración, al desmantelamiento de parte de la administración norteamericana o de las ayudas de USAID, la beligerancia contra la independencia universitaria, la falta de respeto a los organismos internacionales y el caos arancelario generado en la economía mundial. Aunque el aniversario llega con la popularidad del presidente bajo mínimos y con su país ante el precipicio de la recesión, a Trump, en su interpretación del tiempo, se le ha hecho corto: «Esto solo ha empezado», asegura. Y lo cierto es que lleva razón, aún faltan 1.356 días de mandato.