Editorial
La urgencia climática es el sanchismo
Hay cálculo político y una moral diabólica. El peor de los liderazgos. Sánchez entiende que su táctica de resistencia, atrincheramiento y mentira funcionará. Se equivoca
El presidente del Gobierno ha interrumpido por unas horas su retiro veraniego en las islas afortunadas para interesarse por la evolución de los incendios forestales con visitas a Orense y León. Lo ha hecho ocho días después de que recorra el país una epidemia de fuego con una balance desolador: tres muertos, decenas de heridos, miles de desalojados y 120.000 hectáreas arrasadas. Pedro Sánchez no había encontrado un instante para acompañar a los afectados y mucho menos para transmitir palabras de consuelo en persona a tantos compatriotas que necesitaban la mano tendida de una estado fuerte y eficaz que no han encontrado. Tampoco le ha parecido suficiente al jefe del Ejecutivo las llamadas de auxilio de las administraciones regionales y locales, así como de los vecinos de las localidades asoladas y cercadas, para decretar el nivel 3 de emergencias y poner al Gobierno al frente de un operativo de incontestable urgencia nacional. En absoluto. Pedro Sánchez ha reaparecido con esa cara de circunstancias que conocemos de otras situaciones de idéntico tenor para repetir el guion de la Filomena, la dana o el apagón sintetizado en aquella frase «si necesitan ayuda, que la pidan». Como es la norma, nos ha resultado imposible identificar una palabra sincera que no fuera rebatida por su pasado. Como referente sirva la negativa de ayer mismo de la Delegación del Gobierno en Extremadura a prestar la ayuda requerida para colaborar en la crisis, «no tenemos efectivos disponibles», mientras Pedro Sánchez comprometía su palabra en aportar todos los medios que fueran necesarios. Es en circunstancias límite como la presente, con el bagaje acumulado en el covid, la Filomena, la dana, los incendios, cuando cabe preguntarse si la cuarta potencia económica del euro está preparada para afrontar con las debidas garantías una emergencia destructora. Hoy, adelantamos que este gobierno del progreso ha reducido en un 40% la capacidad de extinción de incendios en los últimos tres años. Los resultados están a la vista de todos, al igual que las responsabilidades. El gran agujero negro de esta negación del Estado es la conducta lesiva del régimen sanchista, su pulsión enfermiza de pasar por el cedazo de la ideología y el oportunismo cualquier eventualidad por dramática que resulte. Reincidió de nuevo ayer cuando coló el comodín de la emergencia climática y un improvisado pacto de estado para ocultar la inoperancia y la pésima gestión y la estrategia de una administración presa de un sectarismo medioambiental pavoroso. Es muy reconocible el patrón de esta dejación de funciones perversa para desgastar a la oposición y vender sus consignas. Hay cálculo político y una moral diabólica. El peor de los liderazgos. Sánchez entiende que su táctica de resistencia, atrincheramiento y mentira funcionará. Se equivoca. Los españoles están padeciendo demasiado.