Tribuna

La valentía de Ulises

En el 23J se presenta una nueva encrucijada y tocará ser más cuidadosos que nunca, dejar del lado la pura emoción del momento y sopesar racionalmente la elección

Ciudadanos, un partido auto referenciado en el centro del espacio político, ha desaparecido del panorama español. En una sociedad que pide a gritos más racionalidad y que quiere alejarse de los sectarismos ideológicos, pareciera que el centrismo no rinde electoralmente. Menuda paradoja. Lo que ocurre realmente es que los votantes huyen del sectarismo y buscan la racionalidad. Si miramos a izquierda y derecha, los partidos extremos como Podemos y Vox, o el PSOE que se ha vuelto más extremista con Sánchez, aunque él se empeñe en atribuirle ese calificativo a otros, han perdido mucho poder territorial en las recientes elecciones autonómicas y municipales. En realidad, la desaparición de Ciudadanos obedece a otro fenómeno, su propia torpeza. Desde el mismo momento de su estelar irrupción en el panorama español, comenzó su desgaste, provocado por su zigzagueo constante. Un partido de centro, situado entre el PP y el PSOE, que, para cazar votos a ambos lados se fue travistiendo alternativamente de uno y de otro.

Los votos no se han ido del centro a los extremos sino de la impostura a la realidad, de la imprudencia a la cordura, del sectarismo a la racionalidad. El PSOE, que en teoría era la izquierda moderada española, ha sufrido una enorme pérdida de votos y esto tiene que ver con el egoísmo sectario de Pedro Sánchez y su cogobierno podemita de los últimos años, el «sanchismo» se ha escorado hacia el extremo izquierdo, aunque ahora trate de maquillarlo. Harold Hotelling, un profesor de matemáticas de la Universidad de Stanford, publicó en 1929 un artículo titulado «Estabilidad en competencia» en el que explicaba cómo dos empresas en condiciones de duopolio tenderían a competir sin buscar diferenciarse sino parecerse cada vez más. La situación se ilustraba con un sencillo ejemplo: dos puestos de venta de helados se instalan en una playa, uno cercano al extremo derecho y otro al izquierdo. Los bañistas que quieren comprar un helado se dirigen al puesto más cercano minimizando la distancia a recorrer para hacerlo. Ambos vendedores tienen incentivos para desplazarse hacia una posición más central, porque con cada «metro» que se acercan al centro suman clientes nuevos manteniendo a los clientes de siempre situados en los extremos de la playa, siempre que no aparezcan heladeros nuevos que se sitúen más en los extremos y ofrezcan productos similares.

Este razonamiento podría aplicarse a la política con algunos matices. En los últimos 15 o 20 años, en parte gracias al auge de las redes sociales y la desaparición de barreras de entrada al mercado electoral, comenzaron a surgir opciones a la izquierda y derecha de los partidos tradicionales rompiendo el bipartidismo. En este escenario, los partidos «moderados» perdieron votos en los extremos y comenzaron a competir más fuertemente por los votos hacia el centro. Sin embargo, la deriva del PP y del PSOE ha sido distinta, los populares han ensanchado su espacio de centro derecha, mientras que los socialistas se han ido desplazando en busca de los votos de la extrema izquierda. La jugada no ha salido bien para los de Sánchez ya que en las últimas elecciones se ha visto desvanecer casi todo su poder autonómico. Como ejemplo, la Comunidad de Madrid. El PP ha recibido los votos de la extinguida marca Ciudadanos y además ha sumado votos por derecha mermando el poder de Vox. En cambio, el PSOE ha seguido su deriva sectaria repartiendo sus votos a partes iguales con la extrema izquierda.

En realidad, esto ya estaba escrito hace siglos, la mitología griega cuenta que Escila era una bella ninfa que se convirtió en una criatura monstruosa, con cabeza y tronco de mujer y con cola de pez de la que brotaban seis perros con tres filas de dientes. Escila devoraba a los marineros de los barcos que navegaban por el estrecho de Messina que separa Italia de Sicilia. Cuenta también que Caribdis era un semi dios al que Zeus convirtió en un monstruo submarino, que desde el fondo del mar producía enormes remolinos en los cuales devoraba a sus presas sin piedad tragándose barcos enteros. Se escondía precisamente en el estrecho de Messina, enfrente de Escila. En la Odisea se cuenta que Ulises en uno de sus viajes se ve obligado a pasar por este estrecho y debe elegir entre dos males: la voracidad de Escila o el cataclismo destructivo de Caribdis. No elige según la emoción del momento, sino que toma una decisión absolutamente racional y pasa airoso la prueba. Los españoles han pasado el 28M de la misma manera, eludiendo las amenazas destructivas de los extremos y eligiendo el camino más seguro. El mundo actual es complicado, las sociedades son heterogéneas, y por ello el reduccionismo y la respuesta simple a problemas complejos son estrategias engañosas de los populismos, que proponen medidas efectistas para apaciguar a las masas descontentas. En el 23J se presenta una nueva encrucijada y tocará ser más cuidadosos que nunca, dejar del lado la pura emoción del momento y sopesar racionalmente la elección. Es el momento de eludir los monstruos populistas de los extremos con la inteligencia y la valentía de Ulises.

Rocío Albert López-Ibor.Viceconsejera de política educativa de la Comunidad de Madrid.