A pesar del...

Vivo progre sin vivir en mi

Se pone estupendo argumentado que, si la vivienda es un activo, eso «choca frontalmente» con la Constitución, como si la Carta Magna no defendiera el derecho de propiedad

Lo de la vivienda y los progres es un sinvivir, porque a la escasez de casas se añade la escasez de lógica. Leí en El País dos artículos en páginas de información sobre el mismo tema con conclusiones opuestas.

Uno de ellos llevaba por título: «Propietarios hartos de alquilar: un fenómeno que resta viviendas al mercado». El argumento central era la inseguridad jurídica de los propietarios ante los llamados «inquiocupas». La historia se repite: «Una vez recuperan sus casas, tras procesos judiciales largos y costosos, las ponen en venta o las cierran a cal y canto. Los menos se pasan al alquiler turístico».

A esto se añadían otros planteamientos liberales –impuestos, regulaciones, control de los precios– que iban en la misma dirección: el intervencionismo reduce la oferta de viviendas en alquiler y perjudica a quien dice defender. Para colmo de bienes, se despejaba el viejo camelo de los grandes propietarios: la gran mayoría, en efecto, son pequeños.

Poco después había otro artículo titulado: «La gran crisis de la vivienda. El flanco más débil del Estado de Bienestar». No recogía ninguno de los datos del otro artículo, y era una sucesión de tópicos intervencionistas. Aseguraba que los precios suben por «una dinámica especulativa» y por la «economía globalizada» y neoliberal. La solución: más gasto público, más controles, más regulaciones. Apenas dejaba caer la aparentemente misteriosa circunstancia de que el intervencionismo en los alquileres en Cataluña «presenta el reverso de un descenso en los contratos», aunque se apresura a sentenciar que la culpa de todo es del PP –sobre esta cuestión véase https://bit.ly/3Ur5aam.

Se pone estupendo argumentado que, si la vivienda es un activo, eso «choca frontalmente» con la Constitución, como si la Carta Magna no defendiera el derecho de propiedad. Y en un editorial el diario concluye: «La economía sin control nos ha traído hasta aquí. Es la hora de la política». Como si hubiésemos tenido mercado libre hasta hoy. Asombroso.

Por fin, la «utopía hecha realidad»: viviendas públicas en Viena. Lo delicioso es que el propio relato revela su insuficiencia. No se trata de justicia social sino de privilegios que han logrado petrificar a inquilinos en sus casas para siempre. Son personas mayores. Un jubilado dice que «sólo se marchará en un ataúd». Eso sí, otra jubilada, instalada desde 1983, lo tiene claro: logró el piso «a través del Partido Socialdemócrata».