País Vasco

La curiosa forma que tienen los de Bilbao para referirse a los de Donosti: "No les hace mucha gracia"

El término “ñoñostiarra” ha trascendido el chascarrillo entre ciudades vascas para convertirse en una etiqueta cultural, tan polémica como cariñosa

San Sebastián, País Vasco
San Sebastián, País VascoPixabay

Entre bromas, rivalidades provinciales y la siempre presente comparación entre Bilbao y San Sebastián, hay una palabra que ha acabado marcando parte de la conversación entre ambas ciudades: “ñoñostiarra”. Una especie de apodo con doble filo que los bilbaínos, y también otros vascos, utilizan para referirse a ciertos perfiles donostiarras, pero que no siempre sienta bien en el otro lado de la autopista.

La expresión ha encontrado hueco en medios, blogs y conversaciones informales desde hace décadas, y su uso plantea una cuestión curiosa: ¿es una simple broma entre vecinos o una etiqueta que estigmatiza?

"Ñoñostiarra": el curioso mote que se les tiene a ciertos donostiarras

Con una pequeña búsqueda en Google se puede ver que es un concepto con varias acepciones. Fue en 2008 cuando el periodista donostiarra Mitxel Ezquiaga planteó el término en su programa Keridos Monstruos, emitido por Teledonosti, Ezquiaga preguntaba al público: “¿Qué significa para ti ser ñoñostiarra? ¿Nos molesta a los donostiarras que nos califiquen como ñoñostiarras? ¿Existe realmente el ñoñostiarrismo?”. En su blog, aún se pueden leer algunas respuestas, muchas de ellas críticas. No tardó en llegar un comentario contundente: “Renuncia ya a todo este penoso asunto del ñoñostiarrismo. Ofende sin ninguna necesidad a muchos donostiarras”.

La raíz de la palabra es clara. Se forma a partir del adjetivo “ñoño”, que en castellano significa algo así como soso a la vez que cursi, apocado o excesivamente sentimental. Al fusionarlo con “donostiarra”, el gentilicio de San Sebastián, el resultado no es precisamente neutro.

El blog cultural Kulturaldia ofrecía en 2014 una de las descripciones más completas y satíricas del llamado “perfil ñoñostiarra”: una persona que prefiere decir “San Sebastián” antes que “Donosti”, que estudió en colegio privado, defiende la peatonalización de los barrios, se mueve en bici, compra en boutiques locales como El Ganso o Valentina, y, sobre todo, que vive enamorado de su ciudad, sin medida ni pudor. No es difícil intuir el tono crítico, aunque hay quienes se sienten reconocidos (y cómodos) en ese retrato.

El escritor Carlos Malpartida recogía esa misma idea en su perfil en Medium en 2017: “Me han contado que existe un término por el cual se conoce a cierto tipo de donostiarra que ama a su ciudad por encima de todo y no para de alabar sus encantos sin ningún control ni medida”. Él mismo admitía haber encontrado la palabra tras “una profundísima investigación de dos clics en Google”, y concluía que el término tenía bastante de peyorativo.

Miquel Escudero, en una tribuna en El Imparcial, apuntaba que la expresión va más allá de un chiste: “Otros vascos denominan ñoñostiarras a los habitantes de San Sebastián al considerarlos esnobs, estirados, afectados; aunque, propiamente, ñoño sea alguien muy apocado y de corto ingenio”.

Cuánto dinero se necesita cobrar para vivir en San Sebastián, según la inteligencia artificial
Cuánto dinero se necesita cobrar para vivir en San Sebastián, según la inteligencia artificialTurismo Euskadi

Lo curioso es que muchos donostiarras no sólo aceptan el término, sino que lo resignifican. Algunos lo adoptan con un tono irónico o incluso cariñoso, como una seña de identidad urbana. En palabras del filósofo Fernando Savater, citado por el blog Euskadiz, “los donostiarras tenemos fama de estar exagerada y hasta un poquitín ridículamente enamorados de nuestra ciudad. Por algo nos llaman ñoñostiarras”.

Esa pasión donostiarra por Donosti, la ciudad, la playa, los bares, la estética; puede chocar con el carácter más pragmático, directo y, en ocasiones, burlesco que los propios bilbaínos reconocen en sí mismos. Ahí surge una tensión que se expresa con cierta sorna: la del que observa desde fuera con un poco de ironía lo que desde dentro se vive con intensidad.

Como ocurre con muchos términos de origen popular, “ñoñostiarra” ha evolucionado desde una crítica puntual hasta convertirse en un concepto cultural, que circula tanto en conversaciones como en redes sociales. Pero también ha terminado polarizando opiniones: para algunos es un retrato realista, aunque divertido; para otros, un cliché injusto que encasilla a toda una ciudad en una caricatura.

Lo cierto es que ni Bilbao ni Donosti se libran del juego de estereotipos. Los bilbaínos también son objeto de chistes sobre su orgullo local, su exageración o su acento inconfundible. La diferencia está en el grado de autocrítica y en cómo se perciben esas etiquetas desde dentro y desde fuera. No deja de ser fruto de la convivencia de identidades distintas dentro de una misma comunidad, con sus códigos, rivalidades amistosas y matices.