País Vasco
No es la tarta de la Viña: el postre típico de San Sebastián que no puedes irte sin probar
Más allá de la famosa tarta de queso que ha cruzado fronteras, hay un dulce clásico que lleva más de un siglo conquistando paladares en Donostia
Cuando se piensa en un postre donostiarra, la mente de muchos viaja directamente a la cremosa y aclamada tarta de queso de La Viña. Sin embargo, en el corazón de la tradición repostera de San Sebastián late con fuerza otro dulce, uno que combina la elegancia de la técnica francesa con el alma del producto local. Hablamos de la pantxineta, un pastel que, para muchos, encarna el auténtico sabor dulce de la ciudad.
La historia de la 'pantxineta': un nacimiento con acento francés
La historia de la pantxineta está íntimamente ligada a la Belle Époque donostiarra y a una de sus pastelerías más emblemáticas: Casa Otaegui. Su creación data de 1915, una época en la que San Sebastián era lugar de veraneo para la realeza y la aristocracia europea. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, muchos cocineros y pasteleros franceses que acompañaban a estas élites se refugiaron en la ciudad, trayendo consigo su savoir-faire.
Se cuenta que la inspiración proviene de un postre francés a base de crema y almendras llamado franchipán. Los pasteleros de Casa Otaegui, fundada en 1886 por la familia Otaegui-Malcorra, adaptaron la idea, encerrando una suave crema pastelera entre dos finas capas de hojaldre y dándole un nombre con una sonoridad más vasca: pantxineta. Así nació, de la mano de Emiliana Malcorra, un postre que se convertiría en un clásico indiscutible.
A simple vista, la pantxineta puede parecer sencilla, pero su encanto reside en el equilibrio perfecto de texturas y sabores. Se compone de dos discos de hojaldre mantecoso y crujiente que envuelven un corazón de crema pastelera suave y delicada, infusionada a menudo con vainilla o canela. La capa superior se cubre generosamente con almendras laminadas o picadas, que se tuestan durante el horneado, aportando un contrapunto crujiente y un sabor inconfundible.
El secreto de su excelencia, según los herederos de la receta original, radica en la calidad de la materia prima: harinas navarras, leche local y, por supuesto, una técnica artesanal depurada durante generaciones. La recomendación unánime para disfrutarla en su máximo esplendor es tomarla tibia, momento en el que el hojaldre está más crujiente y la crema revela toda su untuosidad.
¿Dónde encontrar la auténtica 'pantxineta'?
Aunque hoy en día se puede encontrar en muchas buenas pastelerías del País Vasco, peregrinar a su lugar de origen sigue siendo la mejor manera de vivir la experiencia completa. Casa Otaegui, con varias tiendas en San Sebastián, sigue siendo el templo de la pantxineta. En su local de la calle Narrika, en plena Parte Vieja, se puede degustar este postre elaborado fielmente a la receta secreta que la familia ha guardado con celo.
Las pantxinetas llegan frescas a sus tiendas varias veces al día, recién hechas en el obrador, garantizando la calidad que las ha hecho famosas. Se pueden adquirir en formato de tarta para compartir o en porciones individuales, perfectas para un capricho mientras se pasea por la ciudad.
Así que, en tu próxima visita a Donostia, no te dejes seducir únicamente por los cantos de sirena de la tarta de queso. Guarda un hueco para la pantxineta. Descubrirás no solo un postre exquisito, sino un pedazo de la historia y la cultura donostiarra, un bocado que demuestra que, a veces, los tesoros más auténticos son los que se pasan de generación en generación.