Salud
Abstemio coronavirus
La amenaza del contagio nos rodea mientras crece la incertidumbre. Es un momento para evaluar el impacto sobre hábitos complejos como la ingesta de alcohol y ponernos en guardia ante el futuro próximo
La pandemia y las restricciones que ha llevado y lleva aparejadas han alterado conductas y costumbres que pensábamos interiorizadas como parte de una suerte de legado atávico. Pero es obvio que nada es para siempre y que somos seres vulnerables en la medida en que nuestro medio social nos condiciona parcial o absolutamente. El encierro provocado por el coronavirus impuso unas circunstancias vitales novedosas, casi diríamos que catárticas sobre lo vivido por las últimas generaciones. Hubo un antes y un después en los usos y costumbres. En los más saludables y en los directamente nocivos. Hablamos de las drogas ilegales, pero también de esas adicciones que consideramos sociales y que toleramos y compartimos.
La ingesta de alcohol es una de las principales, sino la que marca tendencia y condiciona e integra de una manera u otra casi formalmente nuestro acervo como comunidad. El contagio ha trastocado sustancialmente también la relación de las personas con las bebidas potencialmente tóxicas. Se podría asegurar que el enclaustramiento debería haber redundado en un crecimiento de su consumo, pero no ha sido así, sino todo lo contrario. Ha habido un elemento decisivo para que la distorsión provocada por el covid constriñera ese uso, y es precisamente el rasgo socializante e incluso fraternizante del alcohol. No hemos alternado y por lo tanto no se ha bebido. Los resultados de la «Encuesta web Europea Alcohol y COVID 19» en lo que respecta a España han resultado reveladores por lo esclarecedores sobre esa otra nueva realidad del confinamiento que ahora se asoma en lontananza.
El 39,4% declaró haber reducido su frecuencia de consumo, el 40,2% ha disminuido el número de bebidas en cada ocasión y el 41,9% ha realizado un menor número de episodios de consumo intensivo. Por tanto, el impacto del confinamiento se tradujo en descenso y estabilización, lo que en principio sugiere una evolución saludable con los matices que se quieran. Está por ver que seamos capaces de relacionarnos sin que el alcohol nos condicione. Que sepamos, pese a todo, que en el término medio está siempre la virtud.
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