Sanidad

España necesita un ministro de Sanidad que infunda respeto

La marcha de Illa es una oportunidad única para que Pedro Sánchez dé un giro copernicano en la política sanitaria

El virus Illa
El virus IllaPSOE HANDOUTEFE

La marcha a Cataluña del nefasto Salvador Illa, que deja el Ministerio de Sanidad con más de 80.000 muertos reales a sus espaldas, y con España entre los países con peores cifras de todo el planeta en la lucha contra la Covid-19, constituye una oportunidad única para que Pedro Sánchez dé un giro copernicano en la política sanitaria y sitúe al frente de la gestión de la pandemia a un equipo competente, en lugar del que hay ahora.

La apuesta por Carolina Darias, actual ministra de Política Territorial, para suplir a Illa, deja frío a todo el mundo, porque aunque ha asistido a los plenos del Consejo Interterritorial como convidada de piedra, lo desconoce todo de la Sanidad, no transmite la energía necesaria, y tampoco cuenta con formación académica sanitaria, tan necesaria para un cargo especializado como éste. La que sí que es médico es Silvia Calzón, epidemióloga, para más señas, y actual número dos de Illa en Sanidad, a donde llegó para sustituir a Faustino Blanco por deseo expreso de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que también es médico y fue consejera del ramo en Andalucía, y de la vicepresidenta Carmen Calvo. Su posible ascenso en el escalafón tampoco apasiona. En los seis meses que lleva en el puesto, la reacción de Sanidad a los problemas que se generaban ha sido, si cabe, más lenta aún que en la primera ola.

El bien sanitario del conjunto del país necesitaría a alguien más vivo y capaz de infundir respeto. El PSOE cuenta en sus filas con una mujer que reúne esas características, aunque no sea médico, una especie de Ana Pastor de la izquierda moderada y coherente: la actual ministra de Defensa, Margarita Robles. Su llegada sí sería digna de aplauso.