Coronavirus

Crean en Aragón el colectivo Long Covid ACTS de pacientes con la enfermedad persistente

La Covid-19 puede prolongarse hasta más de seis meses en un 10%-20% de los casos, por lo que se estima que afectará a más de 200.000 personas

Se estima que en España la Covid persistente puede afectar a 200.000 personas
Se estima que en España la Covid persistente puede afectar a 200.000 personasEuropa Press

La Long Covid ACTS, que hasta ahora integraba a pacientes de Covid-19 con la enfermedad persistente de las comunidades de Andalucía, Cataluña, Madrid, País Vasco y Valencia, acaba de constituirse en Aragón. Aquí explican que “hay pacientes que siguen de baja laboral, otros han recibido el alta al dar una PCR negativa y, sin embargo, no pueden consigo mismos…”. Su objetivo es dar visibilidad a su situación y fomentar protocolos específicos para estos pacientes de complejo manejo clínico, social y laboral.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado “una enfermedad” a la covid-19 persistente, que supera los seis meses entre un 10% y un 20% de los casos y se estima que en España puede afectar a 200.000 personas. Una encuesta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMGF) y del colectivo Long Covid ACTS, realizada entre julio y septiembre de 2020, con una muestra de 2.000 pacientes persistentes, constata ese periodo de medio año con hasta 36 síntomas de media por enfermo.

Teresa Domínguez, profesora, 55 años

Solo he estado ingresada tres días, pero desde marzo me siento mal, no me tengo y sufro coagulopatías indetectables”

A pesar de su ánimo positivo, con 55 años y de ser una madre coraje con dos hijos en casa en Madrid, Teresa Domínguez confiesa que desde marzo del año pasado no sabe lo que es sentirse bien: “La mayoría de los días no puedo conmigo misma, a veces sufro alteraciones neurológicas, que, de repente me desoriento, parece que pierdo la memoria y que casi ni sé quién soy. Un día me pasó haciendo la compra con el carrito y, súbitamente, perdí el sentido de la realidad. Solo con lo que ya llevaba, me fui a la caja a pagar y no pude terminar la lista, porque me encontraba perdida.”

Teresa, que conoció en un programa de televisión Long Covid ACTS, es plenamente consciente de que se contagió por su hermano, que padece síndrome de Down, y, sin embargo, él sufrió la infección muy levemente. Ella cuenta que acudió a urgencias el 8 de marzo con fiebre muy alta, dolor de cabeza y tos, “pero de garganta”, matiza. La mandaron a casa, “porque no presentaba ningún síntoma respiratorio”, con un tratamiento y mejoró. Relata que le han dado varias veces el alta, esto es, que estaba de baja y ha vuelto a trabajar y de nuevo a casa.

“Lo más paradójico es que jamás sufrí neumonía –cuenta, contrariada-, pero sí mucha disnea o dificultad para respirar, como si me faltase el aire. Empezó a tratarme un internista y desde entonces solo he visto una malpraxis médica, que no sé qué habría hecho si no hubiera podido apoyarme, en todos los aspectos, por mi médico de cabecera, que es una mujer excelente”.

Su problema de eventuales consecuencias más graves empezaron a ser las coagulopatías, que revela un trastorno en la coagulación de la sangre, pero no se sabe dónde están los coágulos, de ahí que no pueda establecerse el pronóstico: si el coágulo puede emigrar al pulmón, a las arterias coronarias o al cerebro, que serían las situaciones más graves.

Según Teresa, esto lo indica en los análisis un valor, que es el dímero D, y cuyas cifras tenía disparadas: “Cómo puede entenderse” –se pregunta, indignada- que en los controles el internista no me pida el valor conociendo mi problema? Es inadmisible. A veces dudo de si habrá hecho el juramento hipocrático”.

Susana Matarranz, profesora, 44 años

Me quedé de golpe sin gusto ni olfato y con molestias gástricas y sigo teniendo alterados estos sentidos y con muchas alteraciones digestivas”

Enamorada y entregada a su profesión de dar clases a niños en edades entre 6 y 12 años, Susana Matarranz, con 44 años, profesora de Enseñanza Primaria actualmente de pequeños de 8 años, y con un hijo de 7, fue contagiada por sus alumnos a finales de noviembre de 2020, según afirma ella, y ahí empezó su largo camino del calvario. Sin embargo, lamenta de corazón cuando está de baja, “porque los niños te transportan a un mundo mejor y te dan la vida y una alegría especial”.

“Yo no sabía lo que me pasaba –dice-, pero no me encontraba bien, hasta que a finales de febrero tuve un síntoma muy significativo en mí cuando algo me ocurre y es que me duelen los ojos al moverlos. Después, súbitamente, perdí los sentidos del gusto y del olfato, que desde entonces tengo alterados, pues hay olores, como el de las flores, que los tengo completamente distorsionados, y mi perfume me huele a trapos sucios. Son solo algunos ejemplos. A pesar de que he adelgazado bastante, y yo ya era delgada, he ido recuperando algo el apetito, pero para mí no es ningún placer comer ni lo que me gustaba”.

Si el punto flaco de Susana habían sido los trastornos digestivos, con el covid-19 se agudizaron notablemente alterando su calidad de vida. Y más complicaciones: un tipo de virus en el exterior de los ojos, que tuvo que ser extirpado; la infección de un simple padrastro en la uña, que le causó durante 15 días una gran inflamación en el dedo; más diarreas y diarreas… hasta que llegó algo peor: una inflamación en el hombro derecho, que le impedía levantarlo doblado. Empezó un peregrinaje del traumatólogo, al reumatólogo y al fisioterapeuta, con el que lleva tratándose poco tiempo.

También sufrió una tremenda inflamación en las articulaciones de las dos manos, hasta que cedió con un tratamiento. A veces siente asimismo que tiene sangre en la boca y los médicos no saben a qué se debe y van a estudiarlo.

“El médico de digestivo piensa que tal vez tenga un reservorio del covid-19 en el intestino delgado y desde ahí esté actuando y por eso no me encuentro bien del todo”, explica Susana.