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Coronavirus

El test para saber si necesitamos otra dosis

Una simple prueba cutánea es capaz de medir la inmunidad celular y conocer con ello si hace falta un refuerzo contra la covid

¿Cómo funciona? Se introduce con un pinchazo en la piel un trozo de la proteína Spike del virus y, en caso de que el individuo se haya expuesto previamente a la covid o a esta proteína por vacunación, se produce una reacción inflamatoria, que es la rojez que vemos en la imagen y que se puede medir claramente. Los resultados se ven en 12-72 horas. Su precio: entre 20 y 30 euros. YVELISE BARRIOS
¿Cómo funciona? Se introduce con un pinchazo en la piel un trozo de la proteína Spike del virus y, en caso de que el individuo se haya expuesto previamente a la covid o a esta proteína por vacunación, se produce una reacción inflamatoria, que es la rojez que vemos en la imagen y que se puede medir claramente. Los resultados se ven en 12-72 horas. Su precio: entre 20 y 30 euros. YVELISE BARRIOSArchivoArchivo

Dar repetidas dosis de refuerzo de la vacuna de la Covid-19 en los países desarrollados no es una estrategia sostenible, asegura la Organización Mundial de la Salud. De forma parecida se ha manifestado la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), que ha reiterado sus dudas acerca de inyectar las dosis cada poco tiempo ante el temor de sobresaturar el sistema inmune con el mismo antígeno.

Un argumento esgrimido desde hace meses por los inmunólogos, quienes argumentan que, además de no haber evidencia científica que avale la necesidad de un tercer pinchazo en personas sanas y jóvenes (y no digamos ya de un cuarto), los datos obtenidos hasta ahora reflejaban una potente respuesta de la inmunidad tras el contacto con el virus o la vacuna, eso sí, celular.

Por eso, y tal y como repiten expertos como Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) o Eduardo López-Collazo, director científico del instituto de investigación del Hospital Universitario de La Paz, para seguir un criterio científico a la hora de vacunar sería interesante medir esa inmunidad celular, la generada por los linfocitos T, antes de hacerlo indiscriminadamente a todo el mundo frente a la carencia de sueros a nivel global y de la limitada eficacia que se está viendo tiene esta estrategia en países como Israel, donde las tasas de contagio, pese a las cuatro dosis, están disparadas.

Fácil, barato y se puede interpretar a distancia

Porque si Ómicron tiene mayor capacidad de escapar a la neutralización de la vacuna, no sucede así con las células T. O dicho de otra forma: contagia pero el cuerpo la combate eficientemente. El «problema» es que hasta hace poco cuantificarla resultaba complicado y costoso y sólo podía hacerse en laboratorios especializados, al contrario de la inmunidad humoral, que es la que miden los test rápidos de anticuerpos (no confundir con los de antígenos, que son los que nos dicen si tenemos la infección activa).

Pues bien, una inmunóloga española ha desarrollado un test cutáneo que detecta, con un simple pinchazo superficial, si necesitamos una dosis de refuerzo contra la Covid-19 al identificar los linfocitos T específicos para la proteína Spike en una persona vacunada o que ha pasado el Covid-19. Además, es fácil de interpretar y puede ayudar a responder incógnitas sobre la duración de la inmunidad de los vacunados.

«La prueba se basa en el mismo principio que el test de la tuberculosis, pero adaptado al coronavirus –explica Yvelise Barrios, su creadora e inmunóloga del Hospital de Canarias–. Es fácil, es barato, se puede interpretar a distancia... para mi es ideal», cuenta orgullosa. Además, «la fiabilidad es muy alta. Hicimos un primer estudio con compañeros que habían recibido las dos dosis y solo en uno salió negativo».

«Nosotros no estamos capacitados para hacer el desarrollo comercial porque somos un hospital pequeño, por eso publicamos los datos, pero parece que la empresa canadiense Biovaxy lo está haciendo y estará disponible en los próximos meses», continúa la experta, que es miembro de la SEI. Su uso «podría ayudar a racionalizar la pauta de vacunación para individualizar las decisiones», concluye.