Vacunación
¿Aceptará la población nuevas dosis de refuerzo de la vacuna contra la covid?
Los terceros pinchazos están estancados. Los menores de 40 se aferran a una especie de «inmunidad psicológica». En el futuro, será difícil alcanzar los niveles de vacunación récord de la pauta inicial
Las grandes gestas no suelen repetirse. La masiva respuesta ante la pauta de vacunación inicial– de dos dosis–frente a la covid, que llevó a España a ser un ejemplo mundial en niveles de inmunización, no se repetirá al mismo nivel con las dosis de refuerzo.
La fatiga pandémica, la percepción de menor riesgo en los menores de 40, la consideración de la covid como una enfermedad leve– e incluso como una enfermedad «de la tercera edad»– y/o el comportamiento de Ómicron y sus «descendientes», que han causado el mayor número de contagios de toda la pandemia sin que ello haya influido significativamente en las hospitalizaciones y las muertes, son algunos de los factores que influyen en que la inoculación de terceras dosis en España lleve meses estancada.
Los informes semanales del Ministerio de Sanidad muestran que son muy pocos los que están recibiendo el «tercer pinchazo» fuera de la época en la que les correspondía por edad. Las cifras avanzan por debajo de una décima a la semana.
Aun así, los niveles de protección que se han alcanzado siguen siendo elevados– especialmente entre los mayores– aunque están a una media de 15/20 puntos porcentuales por debajo de los logrados con la pauta inicial de dos dosis. Algo más del 92% de los mayores de 60, el 87,5 % de los mayores de 50 y el 81,4% de los mayores de 40 han completado la pauta de tres pinchazos. Sin embargo, uno de cada tres españoles entre los 19 y los 39 años no ha querido ponerse (aún) la dosis de refuerzo.
Durante los últimos meses, ni el Ministerio de Sanidad ni las comunidades autónomas han puesto en marcha campañas para impulsar la vacunación de refuerzo de los rezagados.Si lo han hecho regiones como Galicia o Canarias, esta última a través de las redes sociales con el mensaje de que, sin las tres dosis no se está suficientemente protegido.
«Estamos incidiendo en varios puntos; por un lado, en recordar que nos encontramos en un contexto de alta transmisión del virus en el que, si no tienes la pauta 2+1 y te contagias, tienes más posibilidades de sufrir síntomas clínicos potentes. Por otro, en que la causa de que el aumento de casos no se esté generando una mayor presión hospitalaria son las vacunas», señala Amos García Rojas, canario y presidente de la Asociación Española de Vacunología.
«No creo que haya un rechazo a la vacunación, solo es que la gente está fatigada, cansada. Como profesionales, y entendiendo ese cansancio, hay que trasladar la idea de que, por ejemplo, los niños llevan mucha dosis de recuerdo. Conforme se va a avanzando más en la enfermedad y se va conociendo más el virus se hace necesario que se vayan usando estas dosis adicionales para estar suficientemente protegidos», añade.
“Inmunidad psicológica”
Es evidente que la percepción psicológica de la pandemia ha cambiado, especialmente desde que se decretó el final de las restricciones, pero no hay certezas sobre cómo la ven ahora los distintos grupos poblacionales. La realidad es que no se han hecho encuestas de ningún tipo en las que se haya preguntado, tanto por edades como teniendo en cuenta otros condicionantes (estudios, nivel socio-económico, etc) , como perciben actualmente la covid; si como una enfermedad grave o leve; si les preocupa enfermar o no; si se pondrían más dosis de refuerzo, entre otros aspectos.
«Entender realmente como se percibe la infección entre la población es de gran importancia puesto que esto va a determinar el éxito de la aplicación de las políticas de salud pública en el futuro», destaca Francisco J. Roig, neumólogo del Hospital Universitario HM Montepríncipe, de Madrid.
«En mi opinión, se está generando, muy especialmente entre la población joven, una protección psicológica/escudo mental acerca de su inmunidad. Se tiene la sensación de que, el hecho de haber recibido alguna dosis de la vacuna (una, dos, o las tres) y, además, haber pasado la infección, te catapulta a ser inmune y poder llevar una vida normal. Las informaciones que se han trasmitido desde los organismos públicos sobre el final de las restricciones han contribuido también a este estado de inmunidad psicológica», añade.
Ante esta situación, la pregunta que subyace es si la población, en general, está dispuesta a recibir nuevas dosis de refuerzo. Y es un aspecto clave en este momento, en el que la cuarta dosis– o segunda de refuerzo–, comenzará a administrarse en menos de un mes a los mayores de 60 años, según aprobó la Comisión de Salud Pública la semana pasada.
No hay muchas dudas acerca de la acogida que tendrá en estos grupos etarios, pero quizá no sea tan fácil movilizar a los menores de 50 -si acaba generalizándose a toda la población-atendiendo a lo sucedido con el primer refuerzo. Sin embargo, la disponibilidad de las vacunas bivariantes puede ayudar.
«La posibilidad de tener una actualización de la vacuna para ser más efectiva frente a las variantes de Ómicron puede hacer que aumente el interés en las dosis de refuerzo en los grupos de menor edad», señala el virólogo Estanislao Nistal, de la Universidad San Pablo CEU, de Madrid. «Hay que incidir en los mensajes de que estas reducen la posibilidad de infectarse –sobre todo en los meses en torno a la vacunación y cuando la incidencia es elevada– y también en la posibilidad de desarrollar covid persistente», destaca.
Antivirales como alternativa a las vacunas
Aunque el fin de las restricciones haya sido uno de los motivos que han precipitado la última ola de contagios en Europa– además de la mayor transmisibilidad de las nuevas subvariantes de Ómicron y el aumento de los contactos sociales y de la movilidad en gran parte del mundo– la sociedad no parece estar dispuesta a ceder un milímetro en lo que respecta a su libertad.
Ello, sumado al lento avance en la inoculación de refuerzos en la mayoría de los países de nuestro entorno, hace pensar en qué nuevas opciones tendremos para frenar la transmisión y las nuevas embestidas del virus. Una de ellas será tratarse con antivirales, como Paxlovid, que ha mostrado reducir en un 88% el riesgo de hospitalización y muerte. «Tomar este medicamento puede ser tanto o más eficaz que vacunarse. Por ello, es posible que haya gente prefiera tratarse con él cuando de positivo, a inocularse nuevas dosis», señala Roig.
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